miércoles, 24 de junio de 2009

EUROPA - ASIA

EUROPA - ASIA




EL PLANTEAMINETO


Aunque algo pretencioso, como ahora descubriréis, este es el titulo de mi próximo viaje, que por supuesto haré en "Solitario"....
El destino del viaje, que no el objetivo, que para mi sigue siendo circular mucho en moto...., es Estambul, al cruzar uno de los puentes que unen Europa y Asia habré cumplido con el enunciado del viaje.

Dispongo de pocos días, por el trabajo, pero también por que hay que convivir con la familia, y no es cuestión de gastar todos los días disponibles en “mis” vacaciones. Los que me conocéis o me habéis leído sabéis de mi pacto (envidiado por muchos) con T, mi mujer. Este cosiste en concedernos unos días de egoísmo total, yo con mi moto y ella con sus amigas a destinos más urbanitas y glamorosos. Pero la verdad es que yo siempre acabo gastando mas días y, aunque me debo esforzar, es posible que también mas dinero (T es muy buena en eso... y en otras cosas...).

No sufráis por mi al pensar que paso por sitios muy visitables sin pararme a penas, ya que el camino en si es el objetivo, ir en moto sin mas. La mayor parte de esta ruta ya la hice, hace ahora treinta años......(que mayor que soy), con T en una furgoneta acondicionada por nosotros, cuando eso de los “motorhome” o autocaravanas aun no estaba tan extendido. Mas recientemente he vuelto a Dubrovnik y he visitado Estambul. Por ello no me pesa ir a devorar kilómetros, en lugar de visitar ciudades y/o monumentos.

Una de las partes de tributo al recuerdo del viaje de hace treinta años es la de pasar por Pristina, ciudad de Kosovo, alternativa que tuve que realizar al no poder entrar en la Albania hiper-comunista de aquellos años. Hoy sería una ruta menos complicada (Albania se ha abierto al turismo en los últimos años..), que la de Kosovo y Macedonia, republicas algo complejas dadas sus recientes guerras. Espero no tener que renunciar a esta alternativa ya que me hace ilusión volver a Pristina una ciudad (o pueblo..) en medio de la nada, pero que tengo mitificada desde que por accidente fui a parar hace muchos años.

En aquel entonces me impactó, mucho después de atravesar una recóndita zona montañosa, en algunos tramos por pista de tierra (espero que ahora sean carreteras..), encontrar una ciudad semi-medieval plagada de minaretes, con caballos y carros por sus calles y todas la población vestida con túnicas y turbantes que delataban su confesión musulmana, que contrastaba con el uniformismo civil del resto de la Yoguslavia de entonces, aun bajo la influencia de la dictadura de Tito en los últimos años de su vida.

Cuando regrese tengo previsto desviarme en Grecia algo hacia el sur, para pasar por el lugar en el que se desarrolló la mítica batalla de las Termópilas. Hace solo unas horas acabo de leer una novela titulada “Salamina” que narra los 10 años de guerras Médicas entre griegos y persas que incluye las batallas de Maratón, Termópilas y Salamina, eso, mi formación en historia, y también la fijación por este lugar de alguno de mis amigos, hace para mi irresistible el magnetismo que algunos lugares me producen.

Después me dirigiré a un puerto de la costa adriática de Grecia para embarcar hasta Brindisi, para desde allí, ya en zonas mas “civilizadas”, regresar hasta casa.

LA CRONICA
Ya he regresado del viaje y ahora me enfrento al teclado para hacer una crónica que no solo la hago por los amigos que me la piden, en el fondo hay algo de egoísmo en el hecho de escribir, pero sobre todo en el de viajar...

Un amigo me envió durante mi viaje un SMS el cual terminaba con la siguiente sentencia: “no ten envidio, te admiro”.... . Mi respuesta automática fue: “no soy merecedor de la admiración de nadie, solo soy un egoísta que hace lo que le gusta”. Como he dicho en mas de una ocasión este placer procuro explotarlo al máximo. Los viajes los vivo mínimo tres veces, en la planificación, la realización y en la crónica. Además releyendo algunos pasajes de mis crónicas anteriores, he vuelto a revivirlos, la perdida de la memoria por una vez ha sido positiva...

El titulo de este escrito puede parecer pretencioso, y de hecho lo es, ya que de Asia solo pisaré unos poco kilómetros. Pero en mis andaduras en moto nunca he salido de nuestro continente y este hecho es lo suficiente relevante para formar parte del título.

Hay dos conceptos de estos mis viajes singulares, “en moto” y “en solitario”. La mayoría de los que os adentréis en este relato lo haréis por el primer motivo, pero me gustaría revindicar el segundo, de hecho este año estuve a punto de realizar una travesía a pie que solo cumpliría la segunda singularidad. Al margen de las muchas ventajas que tiene viajar solo (que seguramente mas adelante aparecerán), unos días de soledad o reclusión, y no necesariamente viajando, es sana para todos, es como una purga de lo cotidiano, como una abstinencia social, durante ese periodo se reflexiona, todo lo que nos parecía importante se relativaza, y se vuelve al mundo de los “vivos” con una actitud mucho mas serena, menos crispada..., de verdad es muy recomendable....

No me voy a extender mucho en este preámbulo pero necesito pedir disculpas a todos los que me vais a leer, aunque le estoy cogiendo el gusto a esto de escribir, el hacerlo de forma amena y que “enganche” al lector, requiere de un talento innato o constantemente cultivado, de lo primero estoy seguro no tener, y para lo segundo carezco del tiempo (lo que seguramente es un excusa...). Además el hecho de querer afrontar el relato desde muchos posibles intereses empeorará la percepción general de este. Me explico. Algunos pasajes serán técnicos del mudo de las motos (neumáticos, prestaciones del motor etc...), que seguramente resultaran tediosos para alguno de los lectores/as (¿porque habrá añadido el femenino?...), también haré referencias históricas (la zona lo merece y mi profesión “titular” es la de historiador..) y literarias (mas adelante lo explico) y, ¿como no?, algunos fragmentos mas intimistas con mis sensaciones y sentimientos. Leed con atención lo que os interese y pasar rápido por aquello que menos os motive.

LOS PREPARATIVOS


Elegir la ruta no me fue muy difícil, no me preguntéis porque, simplemente miré un mapa y dije: ¡ahí quiero ir!, Estambul, tenia una moto nueva muy rutera y muchas ganas de hacer kilómetros.

Los mapas siempre me han fascinado y aunque hay que agradecer las nuevas técnicas que facilitan la navegación (me gusta mas esta palabra que conducción, implica mas imprevisiones en el recorrido...), no solo me refiero al GPS (aparato del cual ya he escrito mucho, en contra y en pro...), si no también a todas la ayudas para programar rutas, GoogleMaps, GoogleEarht, MapSource, ViaMichelin, etc. Pues eso, que ¡el papel es el papel!. Da una perspectiva al desplegarlos que ninguna pantalla del mundo puede igualar, el problema es que son caros y quedan obsoletos enseguida, por lo cual combino el mundo de los bips y el de la tinta. Imprimo las pantallas de los mapas sacados de esos programas que me interesan, y ¡muy importante!, lo complemento con notas manuscritas en un margen que me dejo para ello. Esto siempre me ha sido de gran ayuda, remarco los puntos que me parecen mas confusos para no perderme, subrayo de forma muy visible aquellas ciudades o lugares por lo cuales no quiero dejar de pasar.

El tiempo que necesito para preparar un viaje no es proporcional con nada, lo puedo hacer con un año de antelación, como con solo una semana, y siempre tengo la sensación que me dejo cosas por planificar. A parte de las rutas debo pensar en los “aparatos y cables”.Estos son nuevos elementos que cuando era joven no existían, me refiero a los teléfonos móviles, cámara digital, PDA, MP3, Net Book, y el ahora indispensable GPS (hace solo dos años, dije que era para tontos y me negaba a entrar en ello, ahora no podría viajar sin el, pero eso es otra historia....). Una característica intrínseca de todo este “aparataje” es que cada uno tiene un cable y cargador específico, lo que me obligó días antes a recorrer todos los “Media Mark” y “PC City” hasta donde mi memoria alcanzaba..., con la infructuosa intención de encontrar el “cargador filosofal”, lo cual advierto que es un utopía, para evitaros búsquedas estériles. Resignado, dediqué el 25% de la capacidad de carga de mi equipaje a cables y cargadores.

En los días previos al viaje entré en esa fase que bien conoce mi familia de presencia física pero ausencia mental, no estoy ni por nada, ni por nadie, me paso las horas recluido en la bohardilla, mirado mapas, programando rutas, comprobando conexiones y cables. Además por si esto fuera poco, siempre que proyecto algún evento de esta naturaleza coincide con una fase laboral de extremada actividad y complejidad. Por ello duermo poco, y me despierto muy temprano. No se si servirá para mucho pero desde estas líneas quiero disculparme con T, mi mujer, con mi hijo también, pero no tanto ya que sus horarios y los míos hace ya algunos años que son poco coincidentes.

Por primera vez en este tipo de viajes decidí reservar algunos hoteles vía Internet, solo los de las primeras etapas, aquellas en las que no era previsible tener contratiempos. Reservé para la primera noche cerca de Venecia, después en Drubrovnik, y las dos noches que deseaba permanecer e en Estambul, entremedio deje libre la noche que teóricamente debía llegar a Thessalonica, ya que no tenia claro poder atravesar Montenegro, Kosovo y Macedonia en un solo día. Ya que viajo en fechas no vacacionales y rutas poco turísticas no es difícil encontrar hotel sobre la marcha, y a precio razonable.

Aun añadiría mas cuestiones previas, pero supongo que estás deseoso de que hagamos los primeros kilómetros. Voy a situarme en la vigila, pero no creas que te librarás de esos otros temas que ahora aplazo, irán surgiendo conforme sean necesarios para mejor entender al comentario del viaje.

Mi día de salida es un miércoles, ¿curioso día? pensarás, ¡pues si!, ya he comento que las cuestiones laborales tiende a complicarse en estas circunstancias y ello no me dejo otra opción, cuando lo normal sería salir un viernes o sábado para aprovechar el margen del fin de semana. La misma tarde antes, me informa de la llegada de uno de esos cables “filosófales” que mejoraran la conexión de GPS a la moto. Esa noche me decido a montarlo, pero como que soy un “perfeccionista”, decido mejorarlo añadiendo una facilidad para la conexión y desconexión rápida, en resumen, que ya me veis de madrugada con un soldador de estaño, soldando y desoldando cables a terminales que no acaban de funcionar. El cable era largo, cuando por fin consigo que todo funcione, este apenas tiene la dimensión justa para llegar “algo tirante” a sus dos polos. (los que seáis manitas sabéis de que hablo, cada vez que intentas pelar un cable lo acortas mas de lo que pensabas,.....)

En estos menesteres se me dieron las tres de la mañana, la salida la tenía prevista a las siete y el despertador a las seis y media. Añadir que en la víspera de un viaje de este tipo duermo poco debido a la excitación que me produce (por suerte no en los de trabajo que por rutinarios ya no me pasa). Conclusión, un día largo por delante sin el descanso necesario, pero amigos ¡la aventura es la aventura.....!

LA SALIDA
Sonó el despertador instantes después de cerrar los ojos, pero la ilusión es mas potente que el cansancio. Doy un salto y después de una muy rápida sesión de higiene empiezo a vestirme con la ropa de moto que he dejado cuidadosamente extendida. De forma ritual voy ajustando bien los “velcros” y cremalleras, una liturgia que se puede asemejar a la de los toreros que están “en capilla” antes de saltar al ruedo.....

Al poco llaman a la puerta de mi casa y recibo una “casi” sorpresa ( digo lo de casi ya que solo siendo un atraco se entraría en una casa a esas horas sin avisar previamente), son un grupo de mis “mis amigotes de las motos” que seguramente por pocas cosas se darían un madrugón tan considerable, lo cual les agradezco muy mucho. Ellos saben de mi condición de “solitario” pero quisieron que me cargara de afecto y amistad para afrontar estos días ¡¡gracias AMIGOS!!.


La noche anterior, a la tres de la madrugada cuando terminaba la instalación del GPS, apareció mi hijo que llegaba (ya os indiqué que sus horarios no son coincidentes con los de alguien que trabaja, el dice “estudiar”...), nos despedimos y cuando le conté que recibiría la visita de mis amigos para despedirme, sentenció: “tu y tus amigos estáis piraos” . No es la primera ocasión que filosofeo sobre el “cambio generacional inverso”, cuando yo era joven los padres pensaban que sus hijos eran alocados, y estos de ellos que eran demasiado juiciosos, pues ahora, por menos en mi familia, parecen haber cambiado los papeles. Es posible que esta madurez de mi hijo sea heredada de la parte su madre T, y mi atracción por los retos y las aventuras de mi padre, que ya en épocas muy difíciles hizo de las suyas, y algunas también con motos,... Pero eso es otra historia que me gustaría escribir, cuando mi prosa sea digna de ello, con la colaboración de mi madre que es quien mejor conoció, amó y sufrió las locuras del hombre que pese a no convivir muchos años con el, falleció cuando yo solo tenía 22 años, mas ha influido en mi forma de plantearme la vida. Aun hoy en día, y ya hace mas de treinta años que murió, muchas de las cosas que me ocurren me planteo como se la explicaría y los consejos que me daría, seguro que ahora los valoraría mucho mas que entonces. Tengo presente una de mis ultimas conversaciones, postrado en la cama de hospital, le contaba los planes de un viaje en moto que tenía en mente, no de me decía nada, estaba muy débil, solo apretaba mi mano, en ello notaba su aprobación. Unos meses mas tarde inicié mi viaje por Italia con T, en nuestra pequeña Morini 3 ½ , no hacía mucho que había fallecido, pensé en anular el viaje, pero sabía que a el no le habría gustado.

Creo que me he desviado algo del tema, volvemos al viaje.

Con tanto “publico” no me despedí de T como hubiera querido yo, pero sobre todo ella. Aunque, en cierta medida, he alardeado del pacto que tengo con T para concedernos unos días de “egoísmo total”, las despedidas son siempre despedidas y tienen un punto de tristeza. Me consolaba saber que al día siguiente partía ella con sus amigas a Ámsterdam, lo cual minimizaba la poca culpabilidad que siento en estos casos.

Mis amigos se quedaron observando mi partida, yo pensaba que igual me acompañaban unos kilómetros, pero seguramente quisieron respetar mi condición de solitario desde el primer metro, o lo que quizás sea memos novelesco pero mas real, es que ellos tenían que ir a sus trabajos.




En el primer área de servició que pasé a escasos metros de mi casa me detuve para poner en marcha todas las novedades que ya había probado en distintas salidas, pero que era las primera vez que lo hacía en un viaje de envergadura. El bleutooth es un gran invento, pero sus conexiones tiene algo “imprevisible”, repitiendo las mismas condiciones, no siempre se obtiene el mismo resultado, además si le añadimos muchos aparatos a los auriculares la cosa se complica. Ya tenía decidido no llevar teléfono conectado, pero el MP3 y el GPS, no siempre se respetan las preferencias. Esto que puede parecer una simpleza me ocupó un buen rato en las primeras paradas ya que no conseguía las conexiones que quería, y mas que un motivo funcionalidad estaba por encima mi “orgullo” de dominar la técnica y no que la técnica me domine a mi.

Por lo demás el día fue el típico día de inicio de viaje a Europa, que requiere de mucho y aburridos kilómetros por autopistas. Como era de esperar en mi caso me llovió con bastante insistencia en los kilómetros finales, incluso tuve que pararme a refugiarme bajo la cornisa de una gasolinera cuando empezó a caer un granizada considerable.




Debo volver a mencionar temas técnicos del GPS (perdonadme, lo que no tengáis, como no lo tenia yo hace tiempo, interés por estos temas...). Me indignó que la salida de autopista prevista para la llegada a mi hotel no estaba donde decía la voz del navegador (esta voz es de una señorita llamada Isabel, según el fabricante.). Entendí que se había reformado el trazado del autopista cambiando las salidas de numero y situación. Mi gran “cabreo” era con la Srta. Isabel (le dije de todo..) , y conmigo mismo por ser un “primo”, ya que el GPS es nuevo, pero además lo actualicé con la ultima versión de mapas llamada “2.010”, pagando ya que no me atreví a piratearlos. Lo grave es que no es un lugar recóndito (las inmediaciones de Venecia) ni la autopista la terminaron ayer, parecía que llevaba ya meses en funcionamiento. Este fue mi primer enfrentamiento con las paciente Isabel que pese a mis insultos no pierde la compostura y continua diciendo “recalculo”...”recalculo”.... “recalculo”...”recalculo”...

Perdí mas de una hora hasta dar con el hotel, bajo un incesante lluvia. Unos mil trescientos kilómetros. Un hotel correcto y a muy buen precio, y la posibilidad de aparcar en parking cubierto.

Y SIGUE....LLOVIENDO

Pues eso, salgo ya con lluvia, no me deprime mucho ya que si así fuera haría tiempo que no viajaría en moto. Durante casi todo el día fui con el traje de lluvia enfundado.

No tardé mucho en entrar en Eslovenia, en la frontera me piden a parte de pasaporte el seguro de la moto, la carta verde (menos mal que lo recogí la tarde anterior a mi partida, me será imprescindible en todas las fronteras..). La lentitud en los tramites fronterizos y aduaneros será una constante en todo el viaje. Me llamó la atención que en una cabina estilo peaje, pero que daba acceso a las carreteras del país, me cobraron por una adhesivo que tenía que colocar en lugar visible (con la silueta de una moto, la hay para coches..), supuse que es como un tributo para circular por el país....

No fueron muchos los kilómetros que circulé por este país, pero las carreteras eran encantadoras, de trazados muy moteros, de muy buen asfalto. Habrá que volver.

Ya en Croacia me encuentro con una muy buena autopista, que discurre justo por detrás de una cordillera que no deja ver el mar Adriático. La carretera que yo recordaba de hace treinta años atrás transcurría paralela a la costa, en su momento la definí como la carretera de las Costas del Garraf (el tramo final de la antigua carreta de Barcelona a Sitges) pero con seteceintos kilómetros contra los trece de la de Sitges.

La lluvia arrecia convirtiéndose en torrencial en algunos momentos, pienso ¿como he podido hacer tantos kilómetros con mis anteriores motos, en situaciones similares, sin la gran protección que proporciona mi actual montura?. El asfalto es bueno pero no puede drenar todo el agua que esta cayendo, la rueda delantera acomete el agua creando una estela como si la proa de un barco se tratara, en algunos momentos sentí la perdida de adherencia de la rueda trasera sobre el asfalto, con el consiguiente “latigazo”. El control de tracción, aunque caro, creo que se amortizó en estas circunstancias.

En alguna parada, parecía que la lluvia disminuía, me quité el incomodo traje de lluvia. Como ya es habitual Murphie anda por allí cerca, y al poco vuelve a arreciar. Pero con el ingenio también hay que contar. Resulta que esta autopista esta plagada de largos túneles, pues bien, en ellos entraba totalmente empapado, entonces baja la cúpula (¡es que no sabía como decir que es eléctrica...!) dejando que el aire secara la cordura de mi traje, de verdad que funciona bastante bien, claro que hay que tener túneles....

Aun quedan algunos kilómetros para mi destino, Dubrovnik, cuando se acaba la autopista. En el peaje me percato que la maneta del embrague a perdido presión, y este efectividad, me preocupo, pienso que solo estoy al principio del viaje y esto me puede dar problemas. Ahora me arrepiento de no haber cargado en el GPS las direcciones de los concesionarios BMW, es posible que más adelante lo necesite.

La autopista ha desembocado en una bonita carretera de montaña que va pasando por pequeños pueblos. El paisaje es de vegetación baja, combinado con piedra blanca granítica, las casas diseminadas son de esa misma piedra y cubiertas por tejas rojizas. Un tímido sol aparece entre las nueves blancas dando a todo un aspecto de limpieza y luminosidad muy relajante después de los duros kilómetros de autopista y lluvia.

La ruta muy revirada atraviesa los montes hacía la costa, el asfalto es antiguo muy claro, casi blanco, que combina con el resto del paisaje salpicado de rocas blancas sobre fondo verde muy intenso a causa de la lluvia recién caída. Cuando definitivamente llego a la costa vuelvo a circular por esa carretera que tengo mitificada desde que la recorrí a finales de los setenta, y en parte motivo por el cual he elegido este itinerario. No solo la ruta estaba igual, si no que incluso la música que suena es la misma, en aquellos tiempos sonaba en el “auto-casette” de mi furgoneta repetitivamente unos “Grandes Éxitos” de “Electric Ligth Orchestra” , pues ahora en mi casco y proveniente del MP3 se repetían los mismos temas. Es impagable revivir estos momentos, la emoción me embargaba y la carretera parecía difuminarse, eran mis ojos que se estaban humedeciendo.....



Con la nueva configuración de las fronteras hay que pasar dos puestos fronterizos antes de llegar a Dubrovnik, ya que una pequeña franja de territorio que da salida al mar a Bosnia, separa esta provincia del resto de Croacia. Llego a mi destino aun con luz, en este caso Isabel se porta de maravilla y me conduce justo hasta la puerta de mi hotel, ¡buena chica!, ya empiezo a apreciarla mas. Es un lugar muy agradable, entre pinos y con vistas al mar desde la misma cama de mi habitación. Me doy una reparadora ducha caliente, me dispongo a ir a cenar a la antigua ciudad amurallada. No soy muy amante de la estadística, si no mas de las vivencias, pero en este tipo de crónicas parece que es imprescindible enumerar los kilómetros, pues para lo amantes de este dato diré que mas o menos fueron unos ochocientos cincuenta.




Al ser un día laborable el recinto amurallado de la antigua Dubrovnik estaba casi desierto, ya ha anochecido, me cuesta muy poco decidirme donde cenar, una terraza muy agradable, como todas. Los precios son muy asequibles y la comida muy abundante. El cansancio empieza a hacer mella, no obstante aun me regalo el tomar café en uno de los mas lujosos cafés situado en la parte mas extrema de la península, hace unos pocos años ya lo hice con T y nuestro hijo Albert, aprovechado la escala que nuestro barco hizo en esta ciudad. Con este momento de relax termina el día.COMIENZA LA AVENTURA
Esta es a priori la etapa mas complicada. Debo atravesar Montenegro, Kosovo y Macedonia.

Costeando llego a la frontera con Montenegro, y otra vez los lentos tramites aduaneros, en los cuales es la documentación de mi vehiculo mas revisada que el pasaporte. Nada mas entrar en este nuevo país se observaba la diferencia de nivel económico versus Croacia. Las carreteras están en muy mal estado, las poblaciones más sucias y más pobres. No obstante tiene una costa muy bonita, que seguro que explotarán turísticamente. Especialmente espectacular es el paraje de la pequeña isla “Sveti Stefan”, unida por un pequeño istmo al continente, como si de una Dubrovnik en miniatura de tratara.





Me veo obligado a coger un pequeño trasvordador, porque Isabel insiste en ello. Consultando el mapa le doy la razón a la chica ya que ello me ahorrará unos cuantos kilómetros. No lo recordaba de mi viaje de juventud por esta ruta.



Las carreteras son malas o están en obras mal señalizadas, con grandes maquinas que te puedes encontrar a la salida de una curva ciega. Durante muchos kilómetros las calzada esta dividida longitudinalmente por un escalón que separa la parte que van a reasfaltar, han rebajado el nivel respecto a la que aun no lo han hecho o por el contrario ya está terminada, todo esto aderezado con abundante gravilla y bastante trafico lento. En consecuencia cada adelantamiento se convertía en un autentico acto de malabarismo círquense ¡¡¡ ale hop !!. En este tipo de carretera, y con sinceridad, hubiera preferido una moto menos asfáltica y más trail, con ruedas de tacos, mis plásticos vibraban por todas partes. No obstante haciendo las proporciones correctas los kilómetros recorridos resguardado por mi gran carenado ganan por mucho a estos pocos en los que no era la mejor opción.

Para continuar con mi ruta, salvando Albania por el Este, en las cercanías de la ciudad de Pretrovac debo hacer un ángulo de 90 grados y atravesar un largo túnel (de peaje), que atraviesa unas altas montañas que separan las costa del interior. Entré con un tiempo soleado y al otro lado empezaba a llover, pero en una cantidad que por las experiencias de días anteriores no eran preocupantes para mi. En el peaje el cobrador al saber mi nacionalidad me comenta que este túnel fue construido por la empresa española Indra. En este mismo peaje veo unas seis o siete motos BMW alemanas, que serán las ultimas motos grandes extranjeras que veré hasta llegar a Estambul.

Cuando la carretera retorna a los valles las poblaciones mas o menos pequeñas se van sucediendo, estas solo tiene una calle asfaltada que es la carretera por la que circulo. En los márgenes polvorientos o barrizales según el tiempo, que es muy cambiante, hay infinidad de gentes que deambulan de una parte a otra. De tanto en tanto se va a algunos individuos con mesitas estilo camping en los cuales tienen expuesto objetos usados y cutres a la venta, como radios, lámparas etc.

Los hombres van vestidos en su mayoría con lo que yo empecé a denominar el uniforme oficial del país: “el chándal de mercadillo”. Mujeres se ven memos, y estas parecen como si fueran de otro origen, quiero decir que yo las veía muy guapas (excepto las que van tapadas por su confesión musulmana), morenas en su mayoría, esbeltas…...Igual pensáis que esto es un espejismo que se producía en mi mente debido a los días de soledad….¿pues igual tenéis razón?.

Debido a la luz, al tiempo cambiante y posiblemente a mi voluntad de hacer de una sola etapa esta zona complicada, perdí la noción de la hora. Así llegue a la capital de Montenegro, Podgorica. No lo sabía a ciencia cierta, pero al ver las avenidas y edificios caí en la cuenta de que ya había estado ahí en mi viaje de juventud, cuando la llamaban Titogrado. Entonces, como no podía ser de otro modo, el dictador procuró que esta fuera digna de su nombre, ahora casi treinta años después, sin ningún mantenimiento y castigada por una dura guerra, todo parece el espectro de lo que vi hace tantos años.

Por si tenía dudas repostando a las afueras de la ciudad, pregunto este extremo al gasolinero, aparentemente no le hizo mucha gracia recordar la antigua e impuesta nomenclatura de su ciudad. Para distender el tema le cometo mi origen, Barcelona, y para mi sorpresa veo lo informados que están del próximo duelo Real Madrid - Barça. A partir de este momento este fue uno de los pocos temas de conversación que generaba en los nativos cuando sabía mi procedencia. Auque este comentario igual no es muy del agrado de mis amigos madrileños, que los tengo, es su mayoría se manifestaban seguidores de mi equipo, y después del resultado del derby creo que mas….. (Este comentario igual si que tiene algo mas de “mala leche”…, pero amigos uno es de su equipo esté donde esté….)

Salía yo feliz a la carretera después de comprobar el tirón de mi equipo. Hacía ya algunos kilómetros que decidí conscientemente, al igual que los nativos, no respetar las señalizaciones de las carreteras, si quería llegar a destino en tiempo. Me refiero a que los adelantamientos en continua son algo normal, ya que hay vehículos muy viejos y conductores poco expertos que circulan casi parados. A la salida de una de estas maniobras veo a una persona uniformada que me da el alto. ¡¡Problemas!!!

Paro y el oficial de policía me pide la documentación después de examinar mi moto como si de un “ovni” se tratará, a pocos metros hay un vehiculo que debajo de la capa de barro y porquería que lleva encima se deduce los típicos colores de los coches patrulla. Me invita, mejor dicho me exige, que le acompañe hasta el, diciéndome (en el idioma internacional de los gestos) que cierre la moto que se queda ahí, que vamos a ir a algún sitio. El oficial que está al volante tiene el uniforme tan viejo y sucio como su coche, parece que es el “jefe” y después de examinar mi pasaporte y documentación insiste en que debemos ir a lo que yo creo que es la comisaría. Yo no estoy dispuesto a dejar ahí mi moto (a saber si la encuentro entera a la vuelta), pero tampoco me hace ninguna gracia empezar unos trámites que no se donde van a acabar. Me esfuerzo en pedir disculpas, empeorando mi poco inglés para dar mas pena.., veo que es inútil ya que ni que le hablara el mimo Shakespeare lo entendería. No obstante en un intento de algo que podría parecer un soborno, que estaba dispuesto a pagar, le hago entender que le pago allí mismo la multa. Miro al oficial, con su desaliñado uniforme, incluso siento pena, pienso que si me pide unos Euros eso será poco para mi e igual es más que su salario de un mes. Pero cuando ya estaba apunto de mostrarle la cartera, este hace un tímido gesto con mi pasaporte y documentos de la moto que rápidamente interpreto como una entrega, los agarro y estiro de ellos, no se resiste mucho, pero tampoco es que me los entregue muy explícitamente, aprovecho esta ambigüedad a mi favor, doy muchas gracias, me vuelo rápidamente, me dirijo a mi moto sin mirar atrás, mientras camino me pongo el casco, no los guantes (es que soy muy lento en esa maniobra..), arranco, y salgo con prudencia pero lo mas rápidamente posible a la carretera.

¡¡Uff!!, menos mal. Creo que más que mis artes mímicas ha sido la psicología la que me ha ayudado en este trance. En nuestra particular conversación observé que el policía era un hombre más bien tímido, y pese a ser una autoridad sentía un cierto complejo en la creencia que yo venía de un teórico mundo mas desarrollado. Sospecho que a el también le venía grande ir a su comisaría y empezar un papeleo que muy bien no sabía como iba a acabar ¿un conflicto internacional, quizás?.......

Cuando me voy alejando de Podgorica, la carretera entra en una zona montañosa bastante revirada, llueve intermitentemente, pero lo que mas me sorprende es que está bajando rápidamente la temperatura, llegando a ver en el termómetro 4 grados. Paso por una estación de skí muy pequeña, y aparentemente en desuso, aun hay algo de nieve pero el agua que está cayendo no tardará en fundirla. La carretera vuelve a descender y al poco me encuentro con un control en un lugar totalmente desolado que parece ser la frontera con Kosovo, la instalación es totalmente provisional, con unos barracones de madera destartalados.

En todas las fronteras y controles que pasaré a partir de ahora existe un protocolo que los lugareños conocen muy bien, y que a mi en el primero un poco mas y me cuesta un disgusto. Los vehículos se detienen a unos cien metros del control y solo cuando ha marchado el coche que están revisando indican al siguiente que se acerque. Yo pensaba que se hacía una cola como en las aduanas “civilizadas”. Pues no veas lo gritos que me pegó un individuo con un arma automática en las manos porque me acerqué antes de que me lo indicaran....¡¡lección rápidamente aprendida!!.

A todos los vehículos lo revisan minuciosamente, pero especialmente a mi, me inspeccionaron todo el equipaje, me preguntaron el porque de mi viaje, y lo que mas les tranquilizaba, aunque hacían un gesto como diciendo ¿seguro que podrás hacerlo?, era mi intención de salir de la zona en el día y pernoctar ya en Grecia. Todos estos controles eran dobles, o triples en algunos casos, ya que aparte de las policías y aduanas locales están las fuerzas internacionales de la KFOR que son las que tutelan este territorio que se ha declarado independiente de Serbia, pero que no esta reconocido aun por algunos países, entre ellos el nuestro.

Desde la frontera provisional de Kosovo hasta su capital Pristina, no debe haber mas de cien kilómetros, tuve que pasar por tres controles improvisados en mitad de la carretera. Es fácilmente identificable una zona de seguridad, de unos diez kilómetros que controla la KFOR que separan a los belicosos serbios de sus victimas kosovares en la guerra de hace aproximadamente una decena de años. No obstante en esta zona existe algún pequeño núcleo de población, es como una zona sin ley, por ejemplo los vehículos no llevan ninguna matrícula, se nota que arrancaron la de la antigua Yugoslavia, pero ahora tampoco están en Kosovo. La circulación de convoyes de vehículos blindados es constante. Ya en territorio kosovar tuve el control más “peligroso”, por la actitud del jefe de una patrulla de pseudo-policías, herederos de los antiguos para-militares. Con una actitud un tanto “chulesca” me revisó todos los documentos, me pregunto por todo, entre las preguntas las había comprometidas como absurdas del tipo: ¿eres amigo de los serbios?, o la mas inquietante ¿eres de ETA?. Repitió bastantes veces “yo soy kosovar”, como para ver mis reacciones. Después de unos veinte minutos en los cuales me mantenía fija la mirada como si intentará “provocarme” no se en que ni para qué, bajó la mirada y al igual que en mi anterior experiencia policial hizo ese tímido gesto que entendí como devolverme los documentos, lo recogí intentando mostrar naturalidad y desaparezco rápidamente de este lugar.

Cuando mas me adentraba en esta conflictiva zona de los Balcanes más me deprimía con visiones de numerosas lapidas con flores en los márgenes de las carreteras, prados convertidos en cementerios con numerosas lápidas sospechosamente todas iguales. Para intentar desviar mis pensamientos de este reciente drama vivido en estas tierras, mi mente empezó a teorizar en el por qué de la ausencia de núcleos poblados, estando las casas rurales diseminadas por el campo. La solución que le dí a esta configuración demográfica se remonta al neolítico, son comunidades rurales que asientan cada unidad familiar junto a su terreno de producción, al contrario que pasa en las sociedades que evolucionaron hacía las manufacturas de los primeros artesanos y el comercio, que requerían sociedades agrupadas en “burgos” precursores de las actuales ciudades. A pesar de mis esfuerzos por distraerme con estas elucubraciones, la visión de algunas de estas casas con los evidentes signos de bombardeos e incendios me devolvía a la tristeza que me acompañó en la travesía de estos territorios.

Sería por la premura del tiempo o por la falta de valentía (los convoyes militares eran frecuentes, y no quería mas problemas) que no realicé apenas fotos de esto que os estoy relatando. También me parecía algo morboso y falto de respeto para los que me pudieran verme con mi pinta de europeo “occidental” que viene a hacer turismo de las miserias de sus vecinos menos agraciados, y con sinceridad algo de esto es verdad.

Después de coronar una pequeña elevación en la carretera se abre ante mis ojos una gran macha de color grisáceo sobre los campos verdes, es Pristina, la capital de Kosovo que se extiende en una vaguada con dos vertientes. Conforme me voy acercando empiezo a distinguir multitud de minaretes de sus mezquitas, que deberían de ser muchos mas antes de los bombardeos a la que fue sometida durante la guerra. Ya dentro de sus calles observo lo caótica con figuración urbanística que empeora con la actitud de los conductores locales. Todo parece viejo, sucio y roto, ya sea por los efectos de la guerra como por la falta de mantenimiento de sus calles y edificios. Lo único que destaca entre este caos es un gran edificio con cristaleras impolutamente limpias, es la sede del gobierno provisional en manos de la ONU.

Me vais a permitir que en este mi relato haga un comentario que pudiera parecer demagógico, pero que con la observación directa sobre el terreno gana algo mas de credibilidad. En mi paso por Kosovo la miseria reina en todo lo que ves, con la excepción de todas las instalaciones y vehículos de las fuerzas internacionales (KFOR) y de la ONU. Continuamente te cruzas con los convoyes de estos organismos unos de camuflaje con sus grandes banderas al viento de países que ni conocen los nativos (Noruega por ejemplo..), en las torretas de sus blindados los oficiales con los rostros cubiertos con hieráticas mascaras y pantallas parecen pavonearse de su poderío. Los de la ONU con banderas no menos pequeñas circulan a gran velocidad con sus inmaculados todoterrenos blancos. En mi opinión la inversión en el mantenimiento de estas fuerzas de “pacificación” es muy superior a la destinada a la mejora de las condiciones de vida de la población civil. Estas guerras periféricas sirven de entretenimiento y ensayo para las castas militares del primer mundo.



Saliendo de Pristina para continuar mi ruta iba pensando que pese al desastroso estado de la ciudad yo la recordaba mucho mas pequeña, claro que han pasado treinta años, pero había algo que no me cuadraba. Estaba yo en estos pensamientos cuando veo un indicador a : “Prizren”. Paro y consulto mis mapas, y allí in situ descubro un “gazapo” en la planificación de mi ruta. Resulta que la ciudad por la cual yo he elegido esta ruta no es la que acabo de abandonar, si no la veo indicada a 60 kms. El error es consecuencia de los distintos grafismos en los numerosos idiomas y dialectos de los mapas que consulté tanto ahora como hace años. Recuerdo que yo en aquellos años quise pasar por Albania y al recuperar la ruta para ir a Grecia rodee Albania por rutas secundarias, así es como llegué a Prizren. Ahora se me presenta el dilema de ir hasta allí o continuar mi ruta hacía Skopje, capital de Macedonia, he perdido la noción del tiempo pero tengo la sensación de llevar mucho retraso. Valoro la situación y pese al magnetismo que me produce el recóndito lugar que visité hace tres décadas, decido continuar por la ruta principal ya que esta está en muy mal estado y no quiero ni pensar como estarán las carreteras secundarias, además así me queda una excusa para volver……. Como he dicho mas de una vez el destino es el camino…..cualquier lugar es bueno si la ruta se disfruta.

Después de mi decisión retomo la principal carretera del país con mucho transito y muy estrecha…., continuo cruzándome con convoyes de la KFOR y la ONU (internamente me reafirmo en mi conclusión anterior..). Empieza a llover, mi desconcierto horario y la extraña luminosidad reinante me sumen en una sensación de irrealidad, que se ve acrecentada con la visión de lo que parece un espejismo. En medio de la nada veo una gran carpa, al estilo de las coberturas textiles de las piscinas en invierno, con los colores de mi equipo de futbol, el Barça, podría ser una casualidad pero un gran rótulo que dice “Fútbol Club Barcelona” deshace cualquier otra interpretación. Doy la vuelta, ya que mi estupor inicial me había impedido reaccionar a tiempo, me acerco intento leer un rótulo que hay en el inicio del camino embarrado que conduce hasta la carpa, interpreto que es una escuela de futbol para lo mas jóvenes dentro de la política social de ayudas que junto a la Unicef está realizando el club. ¡Bien por el Barça!, no solo hay que ser el mejor jugando, que lo es, si no que lo de ser mas que un club obliga a otras cosas mas transcendentes que dar patadas a un balón….

Sin mucho mas que destacar llego a la frontera con Macedonia, me toca toda la parafernalia de comprobaciones de papeles y preguntas sobre mis intenciones…..Al poco ya estoy en Skopje su capital, circulo por avenidas periféricas atento a las indicaciones para no perderme ya que a Isabel (la voz del GPS) hace tiempo que la ignoro. Aun no estando muy actualizada la cartografía de estas zonas como que no hay apenas carreteras nuevas no va muy desorientada mi compañera de viaje. En una de estas avenidas círculo muy despacio pendiente de los indicadores en el momento que un destartalado vehiculo me pasa casi rozándome gran velocidad, el susto que me llevo es mayúsculo. Enrabietado acelero lo sigo y cuando para en un semáforo me pongo a su altura para recriminarle su maniobra, el individuo que conduce tiene un aspecto no muy amigable, responde a la descripción que en los informes policiales de nuestro país definirían como “albano-kosovar”, ante el gesto de bajar del coche decido que mejor seguir mi camino y dejarle la razón.

Sorprendentemente las indicaciones me conducen a algo muy parecido a una autopista, aprovecho para recuperar tiempo, parece que aquí aun no hay rádares. Pero mi felicidad dura poco, la autopista tal y como la entendemos solo dura unos pocos kilómetros cercanos a la capital, ahora es la antigua carretera con sus curvas cerradas la que es la autopista. Me explico. Para hacer una autopista han conservado la carretera y se supone que han hecho otra nueva en dirección contraría, son pocas ocasiones en las que ves la otra calzada y eso me desconcierta, el trazado revirado discurre entre una zona montañosa y el cauce de un río, parece una carretera normal pero sabiendo que no puede venir nadie en dirección contraria puedes apurar las curva por la izquierda, pero no deja de ser un sensación extraña. De tanto en tanto encuentras un peaje, en el primero me preocupó el que no aceptaran visa, no tenía moneda local, pero aceptaban con gran alegría que pagaras un Euro, que supongo que es bastante mas que el precio oficial, algunos cobradores “honrados” intentaba devolverte algunas monedas locales y un recibo, pero los mas se quedaban con el Euro y con cara de felicidad…..

En una zona muy montañosa y revirada la autopista se convierte en una peligrosa carretera ahora ya de dos sentidos, ha anochecido, estoy cansado, debo ir con prudencia, empiezo a dudar si podré llegar esta noche a mi destino predeterminado, Tesalónica. Me alegro que en este destino no había reservado previamente hotel, conocedor de que esta etapa era la mas dura de todas. Cuando ya estaba apunto de rendirme, la carretera se ensancha notablemente y llego unas instalaciones desproporcionadamente grandes con una gran bandera de Macedonia (es una bandera realmente impactante, supongo que es de diseño contemporáneo), es la frontera con Grecia, los trámites en la banda griega son mucho menos inquisitivos, pienso que esto si que es la Europa que yo conozco……..

Unos pocos kilómetros de carretera me llevan a la circunvalación de Tesalónica, un último repostaje, le pido a Isabel que busque en su base de datos un hotel sin desviarme de la ruta, la chica se porta bien y rondando la medianoche me lleva a un curioso hotel, decorado con despieces de coches de los años cincuenta, y con una iluminación de las habitaciones en tonos azules y rojos que igual os sugieren algo que no es.

Una ducha rápida, y para cenar, dada la hora ya no hay restaurante abierto, los restos de snacks que he encontrado en la bolsa sobredeposito, de las compras efectuadas en gasolineras en los últimos días. Creo que visto embalajes de por lo menos cuatro países diferentes..

Un día muy duro, no por lo kilómetros, ni si quiera por las horas en la carretera, ni por inclemencias meteorológicas, de todo esto he tenido en mi curriculum de motorista mucho perores. Es el abismo cultural y social de los territorios recorridos con mi realidad lo que me ha afectado más, mi agotamiento era más mental que físico. Yo y mi moto éramos como extraterrestres en el contexto que nos hemos movido durante este día.

Y POR FIN…. ¡¡ASIA!!.

No suelo tener problemas para dormir en cualquier cama extraña, pero con la ayuda del cansancio y un buen colchón, como era el caso, la cosa va sobre ruedas (no se si es la mejor frase…?). No han sido muchas horas, además para sincronizarme con la hora local he tenido que adelantar el reloj lo que me ha hecho perder una hora de sueño. Mi intención es llegar lo mas temprano posible a Estambul, con el máximo de horas de luz posibles.

Sea como sea me he levantado con ganas de volver a la carretera (¡¡mira que soy rarito!!). No solo el sueño ha sido un gran reparador de mi animo y estado físico si no que el desayuno es de lo mas agradable. Solo, a las siete de la mañana (las seis para mi cuerpo), en un gran comedor, atendido por un matrimonio Italiano muy amables, que yo creía los dueños, con un muy buen surtido de fiambres y dulces servidos en mi mesa, con gran despliegue cubertería y cristalería, nada que ver con los impersonales buffets de esos hoteles que son iguales en todas las partes del mundo (a T estas cosas le encantan, en ese momento la eché de menos….). Un gran contraste con el día anterior siempre rodeado de miserias…..

Para mayor deleite en una gran pantalla plana de TV que tenía delante daban noticias entre las cuales comentaban el derby que entre Real Madrid y Barça debían decidir el final de la liga (motivo también por el cual quería llegar a Estambul rápido). Por la cristalera tengo a la vista mi moto, un gran Mercedes negro se detiene justo al lado y su conductor examina detenidamente mi también negra moto. Entra en el comedor y por como se dirige al matrimonio italiano deduzco que es el dueño del negocio. Su aspecto es algo “amacarranado”, camisa negra, grandes cadenas de oro, pero el tipo es simpático se interesa por mi viaje, y me trata como si de un huésped especial se tratara dándome consejos sobre la ruta y manifestándome su preferencia por el Barça en el match de esta tarde del que parece estar pendiente toda Europa.

Con el ánimo alto reemprendo la ruta, ahora si que ya estoy en una autopista de verdad. Debido a eso y la alta velocidad media que imprimo Isabel me dice que es posible que llegue alrededor del mediodía a mi destino de la jornada y del viaje. Eso me anima más, la autopista discurre en parte junto al mar, con muy buen asfalto, lo que es de mucho agradecer, en una zona de acantilados en la que se enlazan curva tras curva, de esas amplias y largas que se puede hacer con el gas a fondo, una autentica delicia para mí.

Entro en reserva de combustible, no recuerdo haber visto ninguna gasolinera en todo el trayecto, ni siquiera ningún indicador, consulto el navegador y compruebo que están todas fuera del autopista en la antigua carretera paralela, este es uno de los momentos en lo cuales vuelvo a revindicar la utilidad de estos aparatos en contraposición como mi aversión anterior a ellos.

En la última salida antes de la frontera con Turquía Isabel insiste en que me desvíe hacia el Norte, hacia el interior abandonando la costa. Ya cuando planifique la ruta en el MapSource y en otros programas de rutear, recomendaban esta ruta, pero para mi era incompresible. Tenia ahí delante la frontera y su propuesta de dirigirme al Norte conllevaba incrementar en una 250 kilómetros la ruta. Por muy mala que sea la carretera en línea recta (estos programas de navegación escogen las mejores carreteras), no puede compensar esa vuelta. Así que le digo a Isabel que se calle la boca, como que insiste la silencio, y me dirijo a entrar en Turquía.

Después de la aduana griega la autopista desemboca en un estrecho puente que cruza un caudaloso río. En el lado griego hay un puesto de soldados en el cual hondean la bandera del país y la de la Unión Europea, estos me saludan de forma que yo interpreto afectuosa, por contra en el puesto de control turco, en el cual hondea una aún mas grande bandera turca, con su medía luna imponente, me parece descifrar miradas inquisitorias hacía mí.

Al igual que la entrada en Grecia los tramites a este lado muy distendidos, en el lado turco no es lo mismo, hasta tres controles debí pasar, en el primero examinan mi pasaporte, me dejan pasar pero observo que en medio del paso se levantan una fila de puntas metálicas surgidas de un mecanismo encastado en el asfalto, no me atrevo a pasar, miro atrás hacía la caseta de control, espero que baje aquellas amenazadoras punchas, veo que otros vehículos locales ríen, no entiendo nada, uno de ellos me indica que pase, al cabo de un rato intuyo que al pisar una placa que hay justo delante estas se bajan dejándome pasar, comprendo que esta opción la desconectan desde la caseta en el caso de querer evitar una supuesta huida…..En el segundo control me piden el “visado” por un momento temo que pueda tener problemas pero recuerdo haber leído que ese trámite lo puedo realizar allí mismo. En efecto el policía me indica que aparque y que me dirija a uno de los muchos y modernos edificios que consta la instalación. Allí me piden 15 €, que es lo que realmente les interesa, este es el “impuesto revolucionario” para todos los turistas. Además cambio moneda local. Y me dirijo al ultimo control, el del vehiculo, en este a parte de la carta verde del seguro que me han pedido en todas las fronteras, también me piden la ficha técnica, durante bastante rato teclea datos y datos en su ordenador, hasta que al final me dicen que OK, que puedo pasar…., ya estoy en Turquía…, me alegro, empiezo a creer que el reto esta ya al alcance….

Nada más pisar terreno turco el GPS deja de dar señales precisas de mi posición que va cambiando continuamente, así como la hora prevista de llegada, Isabel ya no dice nada, y no porque la haya silenciado, simplemente que en este país debido a su obsesión por la seguridad militarista los satélites o no trasmiten las señales oportunas o estas son interferidas. Decido apretar algo el ritmo, aunque la pseudo-autovía por la que circulo tiene mucho peligro. Llena de grandes baches, atraviesa poblaciones en la cuales se cruzan animales y personas, el giro a la izquierda o incluso la circulación en dirección contraría por el arcén es algo normal.

De forma inesperada empieza a llover torrencialmente, en un principio pienso en seguir, pero el cielo está muy ennegrecido y la cortina de agua es impresionante, me refugio en la primera gasolinera que veo, ahí ante la mirada de todos los nativos comienzo la ya consabida liturgia de sacar mono, sobrebotas y sobreguantes impermeables. Aunque tengo ya cierta practica esta operación lleva su tiempo, y con las miradas de publico se hace algo mas engorrosa, pero yo a lo mío. Cuando estoy totalmente equipado salgo a la carretera pensando que ya pueden caer chuzos de punta que yo ya no paro para nada….Delante tengo una larga subida por la cual baja el agua como si de un tobogán de un parque acuático se tratara, al coronar esta subida y empezar a bajar, ya dentro de una ciudad con mar y playa, como por arte de magia todo ha cambiado hace un sol espectacular, no veo nada a mi alrededor mojado, solo yo y mi moto chorreamos agua sobre el asfalto reseco en el primer semáforo que encuentro, ¡¡no puede ser!!. Mi equipación de agua me ha servido para unos cinco minutos escasos, ahora me siento sudoroso dentro de mi impermeable e intranspirable envoltura. Esto me reafirma en la teoría de Murphie, si no me pongo el impermeable seguro que sigue lloviendo kilómetros y kilómetros…….

A unos 60 kilómetros de Estambul se me presenta la oportunidad de coger una autopista de peaje, después de pensarlo parado en el vértice de la “Y” que forma el cruce, decido por la opción de pago. Adelantaré tiempo pero no entraré directo al puente que quiero que me lleve al continente Asiático. Hay dos grandes puente que cruzan el Bósforo, aunque los dos relativamente modernos yo he elegido el mas antiguo mas al sur, cerca de la ciudad antigua. La autopista es más rápida pero no más segura. En un momento de distracción por fijarme en un vehiculo que circula por en arcén en dirección contraria en la calzada opuesta a la mía, levanto la vista y veo en mi carril un gran perro al cual esquivo como puedo en una maniobra que tiene mas de reflejo instintivo que premeditado, noto como mi rodilla izquierda roza al animal tan levemente que solo le debo haber hecho una raya en su peinado. Por un momento pasan por mi cabeza las consecuencias que podría haber tenido este incidente si hubiera mantenido mi mirada en la calzada contraria solo unas décimas de segundo más. La verdad es que el futuro puede cambiar totalmente en solo unos instantes……

En la cabina del último peaje antes de entrar en Estambul el cobrador también me recuerda al saber mi origen la expectación del derby futbolístico de esta tarde, parece como si todos los nativos con lo que voy conversando me están recordando que pese a esta a miles de kilómetros de mi casa debo mantener la tensión que en seguramente por allí se estará viviendo.

Salgo a la ciudad, pues quiero ir a buscar el puente elegido para completa en reto EUROPA-ASIA, no es fácil Estambul es una ciudad de catorce millones de habitantes y una gran extensión, no tengo navegador, el caos del tránsito, así como las imprecisas indicaciones de los preguntados hacen que me demore mas de lo pensado en dar vueltas y vueltas hasta encontrar el acceso correcto.

Ya estoy encarando el puente, pongo en marcha el video que he montado en un soporte específico para inmortalizar el momento, reduzco la velocidad para saborear el momento. Cuando estimo que estoy en la mitad con algo de emoción grito, ahora con la visera levantada de casco, algo así como ¡¡Reto conseguido!! ¡¡EUROPA-ASIA!!.

He disminuido mucho la velocidad para disfrutar las sensaciones, a mi espalda no dejan de hacer sonar sus bocinas los impacientes conductores turcos……..


Una vez cruzado el puente, desmonto, ya estoy en Asia, hago las fotos de rigor, el testimonio de mi moto con el fondo del puente. Recuerdo haber visto una letrero de “Welcome to Asia”. Me dirijo a pie hacía el puente para fotografiar este hito y un policía me impide el paso, supongo que como otros lugares similares los suicidas lo eligen, pero este no es mi caso, insisto, y al final me deja adentrarme unos metros en el puente para realizar la foto.

En este extremo del punte hay un peaje, no veo casetas manuales y los indicadores de tarjetas me parecen que son de los abonos específicos de esta instalación. Hay cola para atravesar el peaje, pregunto al conductor que tengo al lado, y este me indica que me pegue a su costado y pasamos los dos con su tarjeta. Este es un ejemplo de la hospitalidad turca. Pese procurar juntarme al máximo al pasar salta la alarma sonora, tanto yo como mi anfitrión aceleramos al máximo hasta que no oigo la campana, no se si ha dejado de sonar o porque la distancia me impide oírla…….

Una vez he cumplido el reto buscaré mi hotel. Lo reservé previamente por Internet, me voy a quedar dos noches, he buscado un buen precio y que esté lo mas céntrico posible, mi intención es no tener que coger la moto en este día y medio de descanso. La ciudad es enorme y caótica. Aunque tengo idea del barrio en la cual está el hotel, no veo la manera de acercarme a la zona, y después dar con la dirección exacta. Me decido por pagar un taxi que me haga de guía.

En una parada de taxi después de varios intentos fallidos, no entienden o no les parece “normal” ir sin pasajero dentro, logro convencer a uno para que me haga de lazarillo. Le enseño la reserva con la dirección, lo consulta con varios colegas, y cuando ya parece dispuesto a marchar me hace un gesto con las manos delante de la bragueta que en el lenguaje universal de lo hombres (y no me refiero a la especie, me refiero al género, vamos a los machos…) quiere decir “un momento que voy a mear”. Se dirige a un bar cercano, antes de entrar charla un rato con los que ocupan unas mesas en la terraza exterior, colegas suyos en aptitud de poco trabajo…. Al salir estos compañeros le ofrecen una taza de té que se toma con toda parsimonia, volviendo de tanto en tanto la cabeza para ver si sigo ahí, pero sin mucho estrés. En esta maniobra han pasado unos 20 minutos y yo estoy con el casco puesto y el motor en marcha a pleno sol. Pues así son los turcos…….No se quien tiene razón, seguramente ellos, pero es evidente las distintas prioridades entre occidentales y orientales.

Esa lentitud en la ejecución de las tareas desaparece de repente cuando mi taxista coge el volante. Recordar que yo voy en moto y el coche, pues a duras penas puedo seguir su serpenteo continuo entre carriles, en lo que es una circunvalación. No mejora mucho cuando se mete por callejuelas estrechas adoquinadas, pienso que tendré que reapretar todos los tornillos…Al final damos con el hotel, está en una zona peatonal muy céntrica, muy próximo a Santa Sofía.
Aunque es peatonal, aun no están montadas las terrazas para la cena, es media tarde, puedo acceder hasta la puerta misma del hotel. Aparco la moto delante de la finca contigua junto al hotel, es un local en obras, es sábado y no trabajarán ni hoy ni mañana.
En hotel está recién reformado, pero el mantenimiento no es una prioridad en este país, El recepcionista muy simpático, acaba cada frase con un “my friend”, es más voluntarioso que eficaz, como todos sus compañeros en el hotel. Me intereso por la posibilidad de ver el derby Real Madrid – Barça, y me responden con un “no problem”. Me doy una ducha y salgo a dar una vuelta por las inmediaciones, pendiente de la hora.

A la hora establecida regreso al hotel, me dispongo a ver el partido en una gran pantalla plana en el comedor, donde estoy yo solo con el cocinero y dos camareros (uno del Madrid y otros del Barça, ya he comentado que en estos lugares todos toman partido por uno u otro). Intentan conectar con la cadena que emite el partido y para mi desolación aparece en la pantalla un indicador de “pay” que evidencia que no es en abierto. El recepcionista, me indica otra vez que “no problem”, con un teléfono en una mano y un destornillador en la otra va siguiendo las instrucciones que alguien le dicta al otro lado, manipulado la parte posterior del TV. Al final logran sintonizar la imagen, con un cable que ha instalado a modo de antena con un tenedor en el extremo final. No me lo puedo creer ¡han pirateado el decodificador del “pay per view”!. La imagen es algo granulada pero ante la perspectivas iniciales me parece mas que aceptable. De tanto en tanto se pierde la imagen, pero manipulan el tenedor y ya está……..

Me había duchado, estaba a miles de kilómetros de casa viendo un partido muy esperado, me sirvieron una muy sabrosa cena, además con en Net Book estaba sintonizando el audio de mi emisora favorita, mi equipo esta dando “un chorreo” a su máximo rival. Creo que este es uno de lo momentos, sin sexo, mas placenteros de mi vida…..

No me pude reprimir, y cuando “solo” llevábamos cinco goles marcados, llamo a T, que estaba en Ámsterdam para hacerle participe de la “manita”, no se lo podía creer, ella no estaba viendo el partido, pese a estar mas cerca. Pero tuve que volver a llamarla con el sexto y el final de partido.

Aunque no tenia previsto salir, la euforia del momento me hizo acercarme a un restaurante que recordaba de mi ultima visita a esta ciudad, que tenía banderas y recortes de prensa sobre el Barça, su dueño nos manifestó su devoción por este club. Lo encontré cerrado, la diferencia horaria explicaba la situación. Pero antes de regresar al hotel me lo celebré tomándome un “capuccino”, en uno de los pocos cafés que había abiertos.

ESTAMBUL, ESTAMBUL…..

El concepto moderno del turismo no me gusta, me explico. Hemos traspasado al ocio el estrés del trabajo. Los días que dedicamos a conocer ciudades o lugares nuevos tienen una agenda “apretada” de visitas a monumentos y museos. Intentamos o intentan los guías, que memoricemos fechas, nombres, hechos etc., que después de unos pocos días ni recordaremos. Nos privamos de la contemplación pausada del paisaje, que sustituimos por una “gincana” de coleccionismo de fotos. No obstante no quiero pontificar sobre el tema pues yo he participado de estos usos y seguramente lo volveré a hacer en algún momento.

Sin duda se disfruta mejor de las segundas visitas (o posteriores), ya no tienes la necesidad de “verlo todo”. Las ciudades no son solo monumentos, son olores, sonidos, y sobretodo son sus gentes mas que sus piedras. De esta manera me plantee mi visita a Estambul.

Voy a utilizar una expresión de T para definir mi actitud en mi visita, lo que hice en Estambul es “badar”. Es una expresión catalana de difícil traducción pero lo que indica el diccionario es: “estar muy distraído sin fijarse en lo que se hace”. En castellano, aunque no sea exactamente lo mismo podríamos decir que “vagué” por las calles de Estambul. En esos días estaba leyendo un libro en la cual parte de la acción pasa en esta ciudad (La luna roja, de Luis Leante, Alfaguara) Ya he comentado en alguna ocasión que esta combinación para mi es muy gratificante, es un juego entre tu imaginación, la capacidad descriptora de autor y la posterior observación de la realidad. Lo he hecho en varios viajes, y creedme que es muy recomendable.

Decidí solo caminar y no coger ningún tipo de transporte, lo céntrico de mi hotel facilitó este objetivo. Era domingo, nada mas salir me situé en la plaza en la cual Santa Sofía y la Mezquita Azul se miran una a otra, es la conjugación de lo Occidental y lo Oriental. Desde ahí sube una de las calles mas concurridas y comerciales que te lleva hasta el “Gran Bazar”, sin prisas me detuve en una terraza y estuve un buen rato (dos cafés, y menos mal que no fumo, si no hubieran caído varios cigarros…), observando a la gente que iba y venia. Al ser un lugar entre dos núcleos de atracción turística, es evidente que hay muchos “giris” pero ganan los autóctonos. El centro de la cuidad también es un atractivo para la gran población satélite de esta mega-ciudad, y son muchos los que aprovechan el día festivo para ir al centro, a hacer compras ya que la mayoría de comercios están abiertos.

Al llegar al Gran Bazar me sorprende que esté cerrado, y digo que me sorprende en lugar de contrariarme ya que en el fondo me he quitado un peso de encima. Si hay algo que no soporto es todo el proceso del “regateo” inevitable si quieres comprar algo, y no sentirte tonto o estafado,….¡no lo soporto!. Pienso que el Gran Bazar se debe regir por normas semi-religiosas y no ha caído en la vorágine consumista del resto de comercios. Sea como sea todas las paradas que envuelven este mercado están abiertas, y allí rápidamente y sin regatear mucho compro algunas cosas para llevar a mi hijo y a T. Seguro que me engañaron, pero no quiero entrar en competiciones de si “yo lo compré mas barato”, tan típicas en los grupos de turistas de viajes organizados, en los cuales procuraré no estar……

Por el contrario encontré un lugar rincón mágico que muy bien describe el libro que estaba leyendo. Se trata del mercado de los libros, un pequeño patio cuadrado al cual se accede por una de las calles laterales del Gran Bazar. El contraste es impactante, pasas de estar apretujado por compradores y acosado por vendedores, a un remanso de paz, con dos grandes árboles que proyecta una refrescante sombra, entre estos cuelga una gran bandera turca que ya se comenta en la acción de mi novela que transcurre en los años cincuenta. Alrededor de estos están dispuestas las paradas de libros, tanto contemporáneos como antiguos “coranes” caligrafiados a mamo. Muy pocos visitantes y menos compradores…., la cultura no tiene tirón en ninguna parte del mundo…. ¡así nos va!





Estos mercados están en una elevación, descendiendo por la parte norte en dirección al “Cuerno de Oro”, una ría que divide la parte antigua de la ciudad en dos, se atraviesa un entramado de calles con muchos comercios distribuidos por gremios, como suele pasar en las ciudades antiguas. Me encuentro el mercado de las especies o mercado egipcio, este si que estaba abierto y en plena efervescencia de publico. Su pongo que al ser un mercado principalmente de alimentos tiene permiso divino, o administrativo, para abrir en festivos. Junto a él está la mezquita “nueva”, que tiene mas de cuatrocientos años, y a mi particularmente es la que mas me gusta, el hecho de esta junto al puente Gálata y el muelle de Eminönü, le dan una perspectiva diferente.
Este domingo es el día de la madre en occidente, aunque no participe mucho de estas festividades “comerciales”, recuerdo que “tengo madre”, la llamo le pongo al corriente de mi situación y mis avatares de los últimos días. Cuando cuelgo, me siento mejor, debería llamarla mas a menudo, no obstante ella me conoce “como la madre que me parió”, sabe que paso largos periodos desaparecido, y que no por ello la dejo de querer.

Estaba cansado, decidí retornar al hotel a reponer fuerza, comiendo y descansando. Vuelvo a sumergirme en el entramado de calles comerciales y voy a parar a la zona de venta de bicicletas y….. ¡motos!. En pocos metros se acumulan tiendas de accesorios para el motorista, que contrasta con las pocas motos que se ven, solo algunos scooters. Las marcas son las misma que en el resto de Europa y para mi desilusión los precios también iguales. Pensaba que debido al diferente nivel de vida encontraría un “chollo”, pues no.


Por la tarde después de descansar me dirijo al barrio de Beyoglu, al otro lado del Cuerno de Oro, atravesando el puente Gálata, en el cual se amontonan los pescadores que con sus cientos de cañas componen una de las imágenes mas curiosas de esta ciudad. Nada más salir del puente las calles se convierte en empinadas escaleras que ascienden a una colina, en la cumbre de la cual se erige la “Torre Gálata” de sesenta metros de altura. Esta torre formaba parte de la fortificación que levantaron los habitantes de la colonia genovesa que ocupaba este lado de la ciudad. En mi anterior visita a Estambul viví en ella una de esas experiencias mágicas que nunca olvidas, y que te empujan a volver algún día a ese lugar.
La elevación de la colina sumada a la altura de la torre hace que desde ella se tenga una visión completa de toda la ribera opuesta, en la cual están las antiguas mezquitas y palacios. Pero si eso es poco, al atardecer cuando el sol desciende todos los minaretes se recortan a contraluz sobre un cielo rojizo, en ese momento los muecines llaman a la oración. La altura sobre el suelo amortigua el ruido de la ciudad, la conexión visual y sin barreras amplifica el canto de los muecines que de forma encadenada van recitando sus versos, el espectáculo duró unos veinte minutos. T y yo estábamos prácticamente solos en el mirador de la torre, mantuvimos un silencio respetuoso. Ambos cometamos: “si volvemos hay a revivir este momento”.
Pues ahí estaba yo unos años mas tarde, pero no se pude reproducir esos minutos mágicos, que sin T no serían lo mismo. Había una larguísima cola para entrar, lo cual ya me disuadió, ¿sería por el día festivo?. Supongo, además, que a los nativos (o a los funcionarios estatales) no les debe parecer una gran atracción lo que acabo de describir, ya que la torre cerró el acceso a 20 horas, y el canto de los muecines, coincidiendo con el ocaso que varía según la época, comenzó a las 20,15 horas. Desde el nivel del suelo también se escuchaban los cantos, pero nada que ver.

La tarde la emplee en “badar” por este lado de la ciudad. A los pocos metros de la torre Gálata arranca una calle, que en un principio es estrecha y sus comercios son principalmente de instrumentos musicales, mas adelante y con edificaciones ya modernas se convierte en una amplia avenida peatonal con los comercios mas modernos de la ciudad, allí están todas las marcas de moda.

Ya anocheciendo vuelvo a cruzar el puente Gálata de regreso. En los muelles de Eminönü, que hace unas horas estaban abarrotados de gentes, unos pocos pasajeros se apresuran para coger los últimos ferrys que les llevarán a los barrios más populares y residenciales del Estambul más moderno. La ciudad antigua se va quedando desierta poco a poco. A mi me invade una tristeza, semejante a la de los domingos por la tarde, pero en este caso no por la coincidencia del día, si no por la certeza que ya son pocas las horas que me quedan en esta prodigiosa ciudad. ¡Volveré!

Me dirijo a mi hotel, aminorando el paso para saborear los últimos minutos……
UN PASEO POR LA HISTORIA
Como es mi costumbre salgo de madrugada con el primer sol, el día va a ser muy, muy largo….

Pese a ser muy temprano el trafico en Estambul es caótico, Isabel no se debe sentir cómoda en este país y sigue muda. Los indicadores no ayudan mucho pero con un poco de intuición, y algunas vueltas, logro alejarme del centro de la capital, en dirección Oeste, que es la única indicación fiable del GPS. He elegido la autopista de peaje, o mejor dicho me he visto dentro sin darme cuenta. Aprovecho para dar “caña” y ganar tiempo, me hará falta.

Cuando llevo poco más de una hora, tengo una sensación extraña, no veo apenas tráfico, circulo prácticamente solo por una utopista muy amplia, que no recuerdo haberla hecho en sentido contrario. Miro en el navegador mi posición y observo que estoy dirigiéndome hacia el Norte. Paro compruebo algunos mapas, y en el GPS, aunque no pueda navegar si que me indica la posición sobre el mapa con una cartografía aproximada. Estoy a unos doscientos kilómetros de la salida que tenía que haber cogido para pasar por la misma frontera que a la ida.

Esta autopista lleva hasta la frontera con Bulgaria, estoy a escasa distancia de ahí, tengo un impulso de cambiar toda la ruta, atravesar este país, Rumania, Hungría y de allí ya veré….Solo han sido unos segundos vuelvo a mi plan original. Pero me dirigiré a la frontera con Grecia que hay a pocos kilómetros por el interior en una zona en que coinciden las fronteras de Turquía, Grecia y Bulgaria.

Antes de abandonar la autopista (cuando esta se acaba) me asalta el temor de tener metálico suficiente en moneda local, no suelen coger tarjetas de crédito, he recorrido mas de lo que pensaba. Salgo de dudas, me cuesta casi el total del saldo que llevaba encima. ¡¡uff!!.

Una ciudad muy animada, pero con aspecto medieval, es la última de Turquía, esperaba ver alguna indicación para atravesar a Grecia, pero no las hay, se nota que estos dos países están en continuo conflicto y vive de espaldas el uno al otro. Para llegar al puesto fronterizo debo pasar por carreteritas muy estrechas entre campos, de tanto en tanto me cruzo con algún carro o tractor, pienso que me debo haber extraviado. Pero al final la carretera acaba en algo parecido a un cuartel. La barrera está cerrada, a lo lejos hay un soldado, no parece que por aquí pase mucha gente.

Desmonto y hago una señal al soldado, al cabo de un buen rato aparece un funcionario que levanta la valla, en una pequeña garita me atiende y me da paso hasta otro porche, que más que una frontera parece una casa de campo. Allí tengo que dirigirme a unas ventanas en la cuales hay otros funcionarios que parsimoniosamente están atendiendo a los ocupantes de dos coches que van en sentido contrario, son búlgaros, este paso es un atajo para regresar a su país, desde luego que esta no es un ruta habitual para nadie. Los funcionarios después de hacerme esperar hasta comprobar todos los documentos de los ocupantes y los vehículos búlgaros, me piden los míos. Al igual que al entrar revisan muy detenidamente toda la documentación teclean en sus ordenadores, se hablan entre ellos, me observan,…..Después de esperar un buen rato aparece una funcionaria que me hace el gesto de ponerse la mano en la frente, yo no entiendo nada, pero después de repetir varias veces este gesto dice algo que yo descifro como “ pig fever”, ¡no me lo puedo creer!, me está preguntando si tengo la “fiebre porcina” que estos días esta generando pánico en Méjico, con algún que otro caso aislado en Europa. No se si será porque cree que Méjico y España es lo mismo, o será por mi aspecto de cansancio. Por si acaso lo niego y le hago entender que solo estoy cansado, “only fatigued”, de los muchos días de ruta, y que estoy fuera de mi país antes de que este brote de fiebre se detectara, lo cual era cierto.

Una vez pasada casi la cuarentena en estas improvisadas oficinas aduaneras me dejan marchar, aquí en lugar de los pinchos que me encontré al entrar en el país, para evitar posibles huidas, el método es menos sofisticado, antes de cruzar el limite fronterizo tienes que pasar por una badén inundado de agua, evitando así que puedas salir a velocidad. Para los coches bien, pero yo tuve que levantar los pies si no quería andar con las botas encharcadas todo el día, ya que conforme me iba adentrando en esta “trampa” comprobaba que tenía una profundidad considerable. ¡ muy primitivo ¡.

Ya en el lado griego todo mas normal, aunque el puesto fronterizo era unos pequeños barracones con un cobertizo tipo Uralita. Cuando ya me disponía a marchar, se acerca un policía con un perro, como que a mi me gustan los animales, intento acariciarlo y jugar con el. El oficial en actitud muy correcta me indica que no lo distraiga, que tiene que hacer su trabajo. ¡Otra sorpresa!, al animal lo habían acercado para que olisqueara a mi y mi moto, por si llevaba drogas. ¿que creéis que pasó?.......

No amigo, no creas que ahora esto se va a complicar, ¡que no es una novela!. Pues nada que el perrito dejo marcas de su húmedo hocico en los sucios laterales de mi moto. Él a continuar su vida perruna, y yo a la mía motera…


Si había subido en dirección Noroeste por Turquía, ahora bajaba en dirección Suroeste por Grecia, paralelo al río que los separa. Si dibujara mi ruta sería un línea recta interrumpida por una “v” invertida, en esta maniobra habría recorrido unos cien kilómetros extras, dado que la base de la “uve” invertida también debería haberla recorrido y me la ahorré. Un poco liada la explicación pero supongo que se entiende ¿?.

Ya en la autopista, intento recuperar el tiempo perdido, esta es esa preciosa autopista con largas curvas que va costeando, no hay mucho tráfico y disfruto otra vez. Juego a perseguir y que me persigan algunos coches de gran cilindrada con los que coincido, una forma de pasar el aburrimiento. En estas maniobras observo que el embrague sufre de fatiga y no actúa, aunque me preocupa no creo que sea grave. Y si en otro de mis viajes hice más de seis mil kilómetros prácticamente sin frenos, no será esto lo que me impida regresar en tiempo. Teniendo solo nociones de mecánica se sabe que si se cambia al régimen que pide el motor se puede prescindir del embrague, solo hace falta algo de tacto y oído.

Enseguida supero Tesalónica. Me alegro, ya que en mis rutas procuro no regresar por las mismas carreteras, y aquí he hecho en los dos sentidos algunos kilómetros, prefiero ver paisajes nuevos. La ruta gira hacía el Sur, he perdido la noción del tiempo, me reseteo, son las cinco de la tarde, no he comido, pero es que ni he pensado, ni he tenido hambre. Desde que la ruta ha virado hacia el sur, ya no se trata de una autopista, aunque si que hay peajes (muchos pero muy baratos, veinte céntimos y cifras así…). A veces es autovía, otras carretera, aunque los coches y camiones tienen esa costumbre de invadir el arcén para dejarte que les adelantes. Esto solo tiene un problema, ya que en la raya mediana de la calzada hay incrustados esos pequeños topes metálicos reflectantes, un vehiculo de cuatro ruedas deja este obstáculo en medio de sus ejes, pero yo debía elegir entre acercarme mucho (mi moto con maletas es muy ancha) al vehiculo que adelantaba, o al que venía de frente, uno u otro se sentían acosados….., algo incómodo.

En unos de esos peajes coincidí con una de las pocas motos grandes que se veían. Era una Varadero 1.000 con una pareja griega, iban hacia Atenas, pensaban llegar esa noche, este encuentro tuvo sus consecuencias posteriores.

Mi próximo destino era el famoso paso de las Termópilas. Quería saborear el lugar sin prisas ni nada que me apremiara. Por ello paré en una gasolinera, reposté y me tomé un café con una pasta chocolate para subirme el azúcar que eso siempre anima. Estos pequeños momentos de relax los disfruto mucho y se me graban en la memoria por mucho tiempo.

La carretera discurre entre el mar y el monte Olimpo, que tenía a mi derecha, sin duda estaba ya en territorios mitológicos. Los próximos destinos de mi viaje están inspirados por una lectura, la novela de Javier Negrete “Salamina”, ya os he comentado la perfecta combinación entre lectura y viaje. Mi plan inicial consistía en visitar el teórico lugar de la batalla de las Termópilas, dormir en algún lugar cercano, a la mañana siguiente cruzar la península helénica hasta el mar Adriático y allí coger un ferry hacia Italia. Desde que los de la Varadero me habían comentado que iban a Atenas le estaba dando vueltas al tema. Tenía un día de margen que no había consumido, el recuerdo de la reciente novela “Salamina” me inspiró, me dije ¡que caray!, me apetece pues adelante....

La novela de Javier Negrete discurre en los diez años que van desde la batalla de Maratón a las de Termópilas y Salamina, estas ultimas con solo unos meses de diferencia. En este periodo los griegos consiguieron frenar el avance del poderoso imperio Persa. El nuevo plan era visitar eso tres lugares.

Unas fuentes termales con agua caliente junto a la carretera son las que dan el nombre al paraje de las Termópilas. El lugar es curioso pero desangelado. De una grieta en el muro de piedra, que es el inicio de una gran elevación montañosa, brota una potente cascada humeante. Justo a la izquierda hay una gran explanada habilitada para acampadas y parking, estaba totalmente desierta. Al otro lado había unas modestas edificaciones, algo cutres, que debían ser un intento de balneario. Muy cerca, continuando por la carretera en dirección a Atenas se encuentra el memorial a Leónidas rey de los Espartanos que según la leyenda freno el avance del poderoso ejercito de Jerjes, que algunas fuentes cifran en mas de cien mil hombres (incluso hay exageraciones que llegan al medio millón). Los Espartanos, según estas dudosas fuentes eran trescientos (de aquí el titulo de la conocida película sobre el tema). Leonidas murió en combate, los espartanos fueron aniquilados, pero retuvieron a los persas lo suficiente para que los atenienses pudieran evacuar su ciudad y organizarse para la batalla naval de Salamina, en la cual vencieron consiguiendo la retirada de los persas.

El monumento que conmemora esta gesta es modesto, consiste en una escultura de bronce de Leonidas con escudo y lanza en actitud de ataque, con yelmo y totalmente desnudo como se representan a las divinidades. Está sobre un muro que se eleva unos dos metros frente a una explanada y unos jardincillos, con un parking para los posibles visitantes al otro lado de la carretera. Más bien parece un área de descanso que el mítico emplazamiento de una gran batalla. Leí que con los años y las sedimentaciones lo que antaño era un paso angosto ahora es una amplia plataforma entre el mar y la montaña, en la cual es difícil de creer que pudieran resistir los bravos espartanos, ya que el frente de batalla solo era de unas pocas decenas de hombres o menos, según se cuenta en las crónicas.

Estaba totalmente solo, empezaba a anochecer, pero pese a ello permanecí durante un largo rato intentando imaginar lo que siglos atrás había sucedido en este lugar.

Vuelvo a la carretera deben quedar unos doscientos kilómetros a Atenas, que hago con poco transito, mi cabeza seguía dando vueltas a los hechos históricos que me motivan esta parte de mi viaje. Entro en Atenas, ya con la noche muy avanzada. La ciudad es muy extensa y tardo en llegar al centro. Hace muchos años que la visité, parecía que nada había cambiado mucho. Me apetecía llegarme hasta la Acrópolis y contemplarla iluminada de noche antes de buscar hotel. Sin darme apenas cuenta estaba frente a la que es posiblemente la cuna de nuestra cultura. Paré el motor y me quede un largo rato contemplando el espectáculo. Estaba en la calzada de piedra que la rodea, aparentemente peatonal, pero Isabel, que ya había recuperado la voz, me indicó este camino para ir al hotel que había elegido de las posibilidades que me brindaba el GPS. Este estaba completo, una lastima porque parecía modesto (igual a buen precio) y muy bien situado. Las próximas elecciones que realicé me llevaron a un barrio a los pies de la Acrópolis, con pinta de no muy recomendable.

Los hoteles sugeridos me parecían cutres, donde el dormir no era la principal actividad. Voy descartando hasta que llego a uno con pinta de diseño (igual a caro), y con parking que dada la reputación de barrio es imprescindible. El hotel y la habitación se corresponden a mis expectativas, al igual que el precio, pero estaba muy cansado y era casi la media noche. Puedo cenar en el último piso con vista a la Acrópolis iluminada. Aunque muy tarde llamo a mi hijo y después a T, acaba de llegar de su viaje de Ámsterdam, le notifico donde estoy, me ha perdido la pista..., me informa que en su viaje todo ha ido perfecto. Me siento bien, le he dado un giro imprevisto y más “aventurero” a mi viaje, y los míos igualmente han disfrutado de estos días.
SIGO PASEANDO POR LA HISTORIA....

El día anterior y con algo de improvisación (no muy habitual en mi) decidí añadir un nuevo “life motiv” a mi viaje, que consistía en visitar los lugares de las tres grandes batallas que libraron los griegos contra los persas. Ya había estado en las Termópilas, me quedaba localizar Maratón y Salamina.

No fue fácil localizar Maratón este es un nombre frecuente en Grecia, hay varias poblaciones cercanas a Atenas con ese nombre, y no era cuestión de errar. La noche anterior navegando en Internet procuré dar con la buena, pero mi GPS se resistía a coincidir con el Google Maps. Una vez hecha la elección solo había que seguir las indicaciones de Isabel…..

Pero antes de abandonar Atenas quería echarle un último vistazo a la Acrópolis. Así que para gozar de las mejores vistas, y no perder mucho tiempo, me cuelo en la zona peatonal con algo de sentido de culpabilidad. Voy despacio para no molestar a los pocos peatones que ya pasean o hacen “footing”, aun es temprano. A lo lejos veo un policía, pienso: “ya me han cazado”. Me detengo a su lado, pongo cara de buen chico, y mientras preparo una buena escusa nos pasa por al lado un joven con una estrepitosa moto de dos tiempos a escape libre a gran velocidad, al momento pasa otra que casi nos atropella. El policía ni se inmuta, entonces cambio mi discurso y le pregunto por la salida que muy amablemente me indica. Esto es ilustrativo del respeto de los griegos por las normas y la autoridad.

Lo más difícil para llegar a mi próximo destino fue salir de Atenas. Pocas veces he visto un trafico tan denso y unos conductores tan poco considerados que en está ciudad, y aunque me duela decirlo especialmente los motoristas. Hay miles de scooters que se cuelan entre los coches serpentenado y con riesgo de colisionar entre ellas. En un cruce un urbano hace la señal de alto, yo paro, y por ambos lados me pasan como cinco o seis motos y coches que me esquivan a mi y al urbano, el cual lo ve como normal. Igualito que aquí….

Aunque los coches intentan dejar un pasillo para el paso de los “salvajes” de las dos ruedas, este en ocasiones no es suficiente para mi “gorda” RT con sus maletas laterales. Pues no veas lo excitado que se pone todo el personal que tengo detrás, pitando sin cesar y chillando cosas que no entiendo, pero que no deben ser amables saludos. Tanto es su insistencia que en un intento arriesgado de poner a su altura levanto la mano con el dedo corazón señalando el cielo, ese gesto tan característico, no parece que les irritó más de lo que ya estaban, ¿será que allí esto no tiene el significado de aquí?..., seguro. En cuanto puedo abandonar mi función de tapón, todos los motorista de Atenas que pasan por mi lado, me dedican alguna frase amable, acompañada de una larga pitada de sus bocinas.

Por fin estoy fuera de la urbe, me ha costado casi una hora. Atenas es una ciudad con pocas alturas de edificaciones pero muy extensa. Sorprendentemente para mí, y para los que han leído mis relatos, el tiempo ha mejorado mucho, diría que incluso hace calor. La carretera que me conduce a Maratón discurre por pequeños montículos sembrados de pinos, se percibe el olor de estos y del mar que esta muy cerca.

No tenía muy claro lo que me iba a encontrar en este paraje. La casi oculta indicación de un museo me hace desviarme de la carretera. Ahora estoy circulando por un camino estrecho, que discurre entre huertos, pienso que me debo haber equivocado, pero cuando estoy dispuesto a dar la vuelta veo un pequeño edificio con pinta de colegio. Es el museo. No hay nadie visitándolo, los bedeles no se si me miran con expectación por los pocos visitantes que se acercan o por mi pinta de motero. Sea como sea veo las cuatro piedras que allí tienen (no lo digo despectivamente, pensad que soy arqueólogo), pero lo que mas me sirve es un pequeño folleto, en el cual se indica la ubicación próxima de un túmulo en el que están enterrados los atenienses caídos en la batalla. Esto si que me parece un hito para visitar y rememorar lo que allí ocurrió hace muchos siglos.
Encuentro el lugar, es una especie de parque vallado, en el pequeño parking de la entrada no hay ni un solo coche. Empiezo a pensar que debo ser raro y lo que a mi me interesa no despierta muchas pasiones, ¡que mas da!, yo a lo mío. Si el héroe de Las Termópilas fue Leónidas en Maratón, el artífice de la victoria fue el general ateniense Milciades, no obstante en su vejez fue acusado de traición y murió encarcelado. Ya en esos entonces el mundo de la política estaba revuelto. Ahora ya revindicado de nuevo tiene una pequeña estatua de bronce en este lugar. Pero lo más impresionante es el gran túmulo que sirvió de sepultura a los atenienses caídos en esta gesta. Es una pequeña loma artificial de unos diez metros de altura por unos veinte base (no soy yo muy bueno para las mediciones a ojo, pero no creo que este muy lejos de esas medidas). Tanto el túmulo como las inmediaciones están recubiertos de vegetación un tanto salvaje.




Siempre que estoy un lugar histórico intento imaginarme lo allí acontecido, permanezco un buen rato en silencio meditando, como un acto de respeto por los hombre que allí dieron sus vidas. ¡Qué poco vale una vida! Cuantas han hecho falta para cambiar la historia, y cuantas incluso han sido totalmente inútiles. Sin romper la magia de estos lugares, os debo confesar que no creo que los cuerpos allí encontrados correspondan a combatientes de esa batalla. Este tipo de monumentos son erigidos años después (seguro que se os viene a la memoria otros….., mas recientes y cercanos), además las excavaciones se hicieron a finales del siglo diecinueve y sin mucho rigor.

Mi siguiente hito histórico es la batalla naval de Salamina. Para completar mi trilogía particular de batallas, debía encontrar un lugar con algo referente a esta última batalla. Pues por mucho que indagué no encontré ningún memorial o monumento que haga referencia a ella. ¿Qué hacer?, pues fácil, me lo invento.

Existe la creencia popular, recogida en la novela de Javier Negrete “Salamina”, de que el emperador persa Jerjes contempló la batalla desde una elevación cercana al actual ciudad de El Pireo, desde la que tenía buena vista sobre el estrecho que separa el continente y la isla de Salamina. A este lugar se le denomina con el sugerente nombre de “El trono de Jerjes”. Realicé una exhaustiva búsqueda por Internet, la noche anterior, pregunté al personal del museo de Maratón, y no pude dar con un lugar. Pues como avanzaba anteriormente, yo sería el que situaría en el mapa el hito que me faltaba.

Con la ayuda de un mapa y el GPS estudié la costa al norte del Pireo y señalicé el lugar que me parecía más idóneo para la contemplación del estrecho. Y para allí que me voy…

Como que no me apetecía volver al caótico tráfico de Atenas elegí una ruta por carreteras secundarias que la evitaba. Y la elección fue un acierto. Una pequeña carretera que discurría tortuosamente entre montes de pinos, el buen clima que me acompañaba hacia que penetrara por la visera abierta de mi casco los aromas de mar y pinos tan típicos del mediterráneo. En fin uno de esos momentos que compensan con creces todas las horas de lluvias, frío, aburridos kilómetros de autopistas y otros sufrimientos del motorista.

Pero todo tiene su fin y si Atenas era un caos el Pireo la superaba, tanto es así que en este lugar pasó lo que había estado evitando, al final topé con un enlatado de cuatro ruedas. Aunque seguramente la culpa fuera mía. La maniobra la mas típica, coche que frena de repente, claro el tiene cuatro ruedas, se detiene en muy pocos metros, pese a toda la tecnología del ABS la física manda y yo necesito mas metros, pese a intentar esquivarlo le envisto con la parte derecha mi voluminoso carenado. Creerme que el ruido y el impacto me hicieron pensar que habría hecho añicos todos mis plásticos.

Nos detenemos unos metros mas adelante, en un principio el conductor del coche, no aprecia nada, yo tampoco, ni en uno ni en otro vehiculo, pese al ruido del impacto ¿?. Pero cuando esta ya dispuesto a marcharse baja del asiento del acompañante la que deduzco que es su madre (la señora en cuestión es clavada a la que aparecía en un conocido anuncio de yogures diciendo algo parecido a: “froña, que froña”). Hace una inspección tipo CSI y observa que muy abajo tiene uan abolladura con una marca blanca. Comprendo que el efecto de la elevación de su trasera y la comprensión de mi suspensión delantera, por el efecto de la frenada, hace posible el golpe en ese lugar. Ahora veo que ha sido con mi intermitente de plástico blanco translucido, que ni siquiera se ha roto la tulipa, solo parece suelto de su soporte (¡que duras son estas maquinas alemanas!).

¡Que lata!, pienso, hacer parte y en el extranjero. El conductor pese a lamentarse parece tener prisa evalúa la situación y decide dejarlo estar. Pero su madre con muchos aspavientos y elevando la voz hace un gesto muy típico de frotarse repetidamente las yemas de los dedos pulgar e índice (probarlo y veréis el efecto…..). Hasta ese momento yo pensaba que esto era genuino de nosotros los catalanes, pues mira por donde es internacional, lo que la señora pretendía es que yo pagará allí mismo y en metálico el desperfecto. Comprendí que las prisas de su hijo eran mi mejor aliado e insistí con mucha calma que si querían “hacíamos los papeles”. Como preveía el conductor desistió y tuvo que meter a su madre casi a empujones en el coche mientras esta seguía gesticulando y gritando, ahora a su hijo, algo que a mi me sonó como a: “frona que froña”…..

Resiguiendo la costa y las indicaciones de Isabel, que por un momento me pareció mas burlona su voz, como diciéndome “ya verás donde te meto”, sigo hacia el norte. Después del Pireo se suceden un rosario de poblaciones todas unidas y con puertos muy activos, llenos de pequeños y no tan pequeños barcos que comunican la infinidad de islas que tienen enfrente. Como preveía la línea de costa es estrecha y desde la carretera que la bordea surgen perpendicularmente calles empinadísimas. Por una de esta me lleva Isabel, tal es el grado de inclinación que debo bascular al máximo mi cuerpo hacía delante ya que me da la impresión que la rueda delantera perderá el contacto con el suelo y la caída hacía atrás será inevitable. ¡Impresionante de verás!.

Cuando llego al destino prefijado no quedo satisfecho con la vista de la isla de Salamina y el estrecho, recorro algunos kilómetros mas hacia en norte, tomo otra calle con aun más inclinación que la primera, en esta el asfalto, mejor dicho el cemento tiene unas toscas hendiduras transversales para mejorar el agarre…. Al final llego a una explanada desolada que se utiliza como improvisado parking. Decido que este si que puede ser el lugar del “Trono de Jerjes”. La vista de la isla es buena, pero desde un solo punto observar todo el estrecho es imposible, lo que me reafirma que hay mucha leyenda en esta historia. No obstante me concedo mi tiempo para rememorar el pasado, intento abstraerme del paisaje urbano actual, mirando abajo hacia el mar imagino los pequeños trirremes, barcos de combate primitivos, su nombre lo deben a que tenían tres filas de remeros por costado, envistiéndose con los espolones (esta era la maniobra mas frecuente para hundir al enemigo), abordándose y encarnizándose en la lucha cuerpo a cuerpo de sus dotaciones.




En esta batalla vencieron los atenienses pese atener muchas menos embarcaciones, pero el conocimiento del estrecho y los vientos reinante les permitió emboscar contra la costa a la flota persa que en su mayoría acabó destrozándose contra los acantilados. El artífice de esta victoria fue Temístocles, del cual es segura su participación en también Maratón, y menos documentada en Las Termópilas. Con esta última nota acabo las referencias históricas de esta crónica, ya que no solo de motos se vive amigos……

Sin ningún destino intermedio para visitar me dirijo, resiguiendo la costa norte de la península del Peloponeso a Patrás, ciudad portuaria de la cual salen ferrys con dirección a Italia. Tengo el mar a mi derecha, el golfo de Corinto no es muy ancho y entre la bruna de tanto en tanto se recortan las montañas de la otra banda. Hace buen tiempo, la carretera es esa mezcla habitual en este país de autovías con dos direcciones bien definidas y carreteras algo peligrosas, porque solo tiene un carril en cada sentido, e insisten en la practica antes comentada de que los vehículos mas lentos invaden el arcén para dejarse adelantar.

A media tarde llego a mi destino. Me dirijo hacia el puerto, ahí encuentro una moderna terminal que contrasta con el aspecto descuidado de toda la ciudad. Examino la gran oferta de compañías que ofrecen destinos para Italia: Bari, Brindisi, Ancona y Venecia. Mi propósito era buscar un destino al sur de Italia, Brindisi o Bari. Los barcos a estos destinos ya han salido, debería espera a los de la noche. Compruebo los horarios de todas las compañías. Están apunto de cerrar la venta de billetes para un gran ferry que partirá hacía Ancona, no me lo pienso, compro el billete para mi y para mi moto.

Esta decisión me ahorrara unos kilómetros, pero no mucho tiempo, sale a las seis de la tarde y llegará a Ancona a la una del mediodía del día siguiente. Con la opción de Bari, la llegada era a las ocho de la mañana, hasta Ancona hay unos cuatrocientos cincuenta kilómetros, todos de autopista recta sin ningún atractivo. Creo que está es mejor decisión. También me pesa el cansancio, solo he descansado un día en Estambul y el resto siempre he hecho entre ochocientos y mil kilómetros.

Rápidamente me dirijo al muelle, lo hago rápido como me han indicado el buque está apunto de partir. Embarco el último, es un gran ferry, me adentro en su vientre hasta la última bodega tal y como me han indicado, voy bajando niveles, cinco bodegas de carga hay, debo estar bajo el nivel de agua. En las bodegas superiores hay bastantes camiones y menos turismos, las intermedias están vacías y en la última solo hay algunas pequeñas motos y escooters, que deduzco que son de la tripulación, y como única moto de pasaje hay una gran Harley. Un operario me indica que aparque cerca de esta, y sin precisar mucho el como, me señala un montón de cabos (¿sabéis que en los barcos las únicas cueras que hay son las de los relojes...?) para sujetarla a unas tuberías que casualmente pasan por este la do del casco. Hago está operación como mejor sé, intentando dar a mis nudos un aspecto lo más marinero posible, a la vez de procurar que con los posibles movimientos no perjudiquen ningún plástico o cable.




En algún foro he visto discusiones sobre si es mejor que esta maniobra de asegurar las motos las hagan los operarios o los propietarios. Mi experiencia, que no es poca (sin ningún tipo de pedancia...bueno solo un poquito..), es que no puedes elegir son ellos los que determinan quien y como. En las rutas que hay muchas motos los operarios tienen experiencia sobradada, y en los casos como el mío prefieren declinar esa responsabilidad. Otra discusión típica de foros es caballete central o pata de cabra. Yo prefiero la pata de cabra, mas superficie de contacto con el suelo y menos deslizante, la goma del neumático agarra mejor sobre el suelo de metal, hay que dejar la primera marcha engranada.

Una vez asegurada la moto, elijo la parte del equipaje que necesitaré para las veinte horas de navegación que me esperan. Acabando esta selección las vibraciones del buque aumentan en frecuencia e intensidad, a la vez que por los altavoces avisan que hay que abandonar las bodegas. Un ascensor interior me sube hasta mi camarote, está en una de las ultimas cubiertas, es interior, es mas económico y solo lo utilizaré para descansar. El mar se ve, y sobre todo, se huele mejor desde la cubierta que a través de un hermético ojo de buey.

Dejo los trastos rápidamente y salgo a una cubierta exterior, veo como el gran barco se va alejando de los muelles a los que hace unos instantes estaba amarrado. Mientras hablo con T por teléfono, puede que en mar abierta no tenga cobertura, contemplo como la ciudad se va empequeñeciendo, parece que las montañas que hay a sus espaldas la engullen. Poco a poco los detalles de los edificios los vehículos, las personas desaparecen, como si no existiera vida solo las montañas se recortan entre el mar y el cielo.





Las partidas en barco tienen un punto más de tristeza que en otros medios. Será la lentitud de la marcha y la perspectiva de lo que dejas. Hago un recorrido mental de lo que he vivido en este viaje, es cierto que aun me quedan dos jornadas pero se que son puro trámite. Los Balcanes, Turquía y Grecia eran el objetivo de mi viaje. Estoy solo en una de las cubiertas, la mayoría de pasajeros son camioneros y para ello esto es rutina. Saboreo este momento de relativa tristeza, no se cuando volveré por estas tierras. Prolongo al máximo mi estancia en la cubierta, el viento cada vez es mas fuerte y fresco.

Por la derecha entre brumas contemplo las montaña que parece surgir del mar, son las costas griegas, hasta mañana no podré ver las de Italia. Me pregunto que vieron los dioses en estas tierras para instalarse en el Olimpo y tutelar a los hombres, que sin duda, forjaron los orígenes de nuestra cultura. Todas las bases de nuestras ciencias, artes, comportamiento social y político tiene aquí sus inicios, y posteriormente se extendieron por todo el mundo. “Perdón lector hace unos párrafos prometí no dar mas disertaciones de historia”

Paseo por la nave descubriendo sus rincones, no es de lujo pero todo esta correcto, no tiene muchos años al parecer. La propia lentitud del viaje en barco se me ha contagiado, hay que reconocer que aunque a mi me guste mucho viajar en moto este es un medio de los más estresantes, en los barcos todo va a otro ritmo. Aprovecho las horas que quedan hasta la cena, para, aun con cobertura de datos de mi Net Book, poner algún mail a los amigos. Cuando pierdo la cobertura solo la lectura será mi distracción. La cena en un Self Service, mas surtido de lo que hubiera imaginado, es un momento agradable. Me siento junto a uno de los ventanales por los cuales veo como va cayendo la noche, escucho sin comprender nada las conversaciones animadas de camioneros, griegos, turcos, búlgaros, italianos, un francés que he reconocido por sus esfuerzos por hacerse entender. De tanto en tanto en tanto las conversaciones se interrumpen por alguna explosión de risas. Me gusta ver que la gente es feliz.

Cuando era joven soñaba con la posibilidad de ser camionero y surcar Europa con la compañía de un perro. ¿no hubiera sido tan mala vida?...Cuando ya me retiro a mi camarote, paso por delante de un espejo que me devuelve una imagen que no reconozco muy bien. Ropa informal algo arrugada, barba de varios días, piel mas bronceada de lo habitual, el cabello algo revuelto, y una expresión de fatiga pero también de felicidad. En ese momento me viene a la memoria una expresión que en mas una de la canciones de uno de mis ídolos del rock , Carlos Goñi de Revolver, ha utilizado: “Todo aquello que sé que no seré”.

Y es que soy un aventurero a tiempo parcial, hace unos años hubiera dicho frustrado, pero últimamente me concedo pequeñas “píldoras” de aventura. Cuando estas se acaban me pongo mi traje oscuro y mi corbata, y me dedico a sobrevivir hasta la siguiente “píldora de aventura”.

Me propongo a dormir lo máximo que pueda, como si de una terapia se tratara. El balanceo y la vibración del barco para mi son aliados.

DESTINO....¡¡¡MI CAAAASA!!!

Todos los retos estaban cumplidos, solo me queda el regreso por la vía mas rápida: Autopista....

Como anunciaba a mi no me cuesta dormir en cualquier sitio, pero en un barco es especialmente gratificante. No se exactamente la hora, puede que fueran las nueve y media o las diez cuando decido salir del acogedor lecho de mi camarote. Aun quedan bastantes horas para que atraquemos en Ancona. Desayuno con tranquilidad saboreando más de un café, leyendo junto a un ventanal, acabo mi libro cuya parte de la acción transcurre en Estambul, aun tengo frescos los recuerdos de “badar” por su calles. Magnifica ciudad...

Medito sobre la lectura que acabo de hacer y sobre los pensamientos que anoche me asaltaron sobre mi vida. Pienso que las vidas ajenas, la ficción, siempre nos parecen más interesantes que nuestra existencia. Deberíamos pensar en nuestra vida como si fuera una novela, seguro que interesaría a otros, y a nosotros mismos,…seriamos el protagonista. Es posible que en algún momento olvidaré este pensamiento y me quejaré de mi rutina, pero voy a intentarlo....

Ahora ya veo la costa por mi izquierda, es Italia. Me entretengo con mi GPS, lo he consultado en alguna ocasión sobre la travesía para saber mi posición, funciona correctamente, auque la silueta de una moto por medio del mar no deja de ser ridícula. Isabel permanece calladita, su voz solo es perceptible a través del bluetooh, me hubiera gustado saber que ruta me proponía ahora: “siga nadando y gire a la izquierda”....

La parsimonia del trayecto me ha contagiado y una vez en Ancona soy el último en desembarcar, espero que salgan los innumerables camiones de las bodegas. En la primera rampa metálica para salir del vientre del barco, cometo un error que está apunto de costarme un disgusto. La parte central de la rampa es lisa y pintada, en los laterales tiene un resalte para que adhieran los neumáticos de los vehículos de cuatro ruedas o más. Pues en un ejercicio de simetría o ”feng shui” decido pasar por el centro, la resbaladiza pintura no admite de buen grado el contacto de mis neumáticos, el resbalón lateral esta a punto de lazarme al suelo. Por suerte el control de tracción ha hecho su efecto y la gran derrapada se ha controlado, estas situaciones sirven de argumento y consuelo para los miles de euros que he pagado de más por una moto llena de “gadgets” electrónicos.

Salgo del puerto de Ancona con rumbo a la “Autoestrada”, a Isabel en esta zona más civilizada de Europa se la ve más segura. No hay mucha historia que contar, aunque yo si me lo propongo podría “enrollarme” unas cuantas paginas mas con las sensaciones de ir en moto, cada momento es diferente. Lo más excitante de toda la jornada fue la secuencias de curvas, puentes y túneles que hay en las inmediaciones de Génova, cuando estaba a punto de finalizar la jornada de viaje.

Ya sabéis que no me pesan las horas en moto. No era muy tarde, sobre las siete de la tarde, podría haber hecho una sesión maratoniana y llegar de madrugada a casa. Pero había un evento que requería de mi atención.

Fútbol se llama lo que precisaba de mi atención, ya sé que las pasiones que levanta este deporte no son para estar muy orgulloso de lo que aportan al crecimiento personal. Pero soy débil y caigo en el “circo” (en referencia al circo de los antiguos romanos, ya que estoy en Italia la comparación parece mejor...) de los tiempos modernos.

Cuando ya considero que se acerca a hora del partido salgo de la “Autoestrada” a la busca de un hotel que me garanticen dos cosas: Habitación y conexión con la retrasmisión del partido que me interesa. Estoy en Savona, ciudad a medio camino entre Génova y la frontera francesa. Marco en el GPS el nombre del hotel que en la lista de posibilidades me parece más sugerente. Isabel me conduce a un hotel enfrente de la playa un poco “de modé” (años 60/70’s), pero bien conservado, en la recepción me atiende un matrimonio muy italiano, el es la viva imagen de Albano y ella la de la no menos famosa e “italianissima” Rafaela Carrá. Muy amablemente me indican con mucho conocimiento de causa, él especialmente a lo que al fútbol se refiere, que pueden satisfacer mis dos peticiones.

Rápidamente me instalo en la habitación, me doy una rápida pero reparadora ducha. Bajo al restaurante donde enfrente de un precioso atardecer frente al mar me ofrecen un pescado y una ensalada que a mi me saben a gloria, para remate el café hace honor a la fama de los que Italia tiene. Todo rápido y muy agradable.

Me apalanco en la cama para ver las semifinales de la Champions Leage, entre mi Barça y el Chelsea. A los que os interese el fútbol ya sabéis como acabó la cosa, a los que no compartáis mis preferencias igual os da algo de sana (o no tan sana) envidia el tema. El caso es que después de noventa minutos de sufrimiento, y cuando estaba todo perdido, un hecho tan simple como que un balón atreviese una línea cambia el humor de cientos de miles, que digo miles, igual millones, de personas que al unísono están viendo el evento. En la soledad de mi habitación doy unos gritos de euforia y salto encima del colchón como un poseso. En menos de cinco días estos señores que van de corto persiguiendo un balón me han dado dos grandes alegrías a mi y a muchos más, seguramente eso no justifica las exorbitantes cantidades que cobran, pero han hecho felices a muchos...., ahora que pienso también han hecho llorar a muchos...., bueno que mas da yo estoy feliz......

Antes de dormir, llamo a T y la hago partícipe de mi alegría. Apago la luz.

El día siguiente, y último, si que no tiene historia, mucha autopista y a media tarde ya estaba en Barcelona. En lugar de ir a casa para descansar pienso en darle una sorpresa a T y me voy a esperarla su trabajo, ella piensa que llegare algo más tarde, la suelo engañar, doy una previsión de alguna hora más para que no se preocupe. Cuando lea esto igual este truco ya no me sirve, de todos modos ella ya conoce, por experiencia, esta práctica, y los dos hacemos como que nos lo creemos.

Cuando sale y me ve allí plantado tarda unos segundos en reaccionar. Los reencuentros siempre son buenos, en pocos segundos queremos explicarnos muchas cosas, yo quizás soy más egoísta en este tema. Aplazamos las explicaciones para cuando estemos en casa, le propongo que dejemos la moto en el concesionario para su revisión, esta cerca, y podemos volver en un solo coche.

Salí con poco mas de cinco mil kilómetros y ahora marca cerca de doce mil, si soy amantes de las estadísticas haced las cuentas vosotros mismo. Yo prefiero coleccionar recuerdos y sensaciones.

EPILOGO

El concepto “píldora de aventura”, es el que define estos días que anualmente me concedo. No quiero caer en una rutina, por lo cual no necesariamente deben ser anuales, ni siquiera en moto, aunque quizás sea esta la actividad que más me satisface. Lo que si tengo claro que el concepto “en solitario” da otra dimensión, es como un multiplicador, a cualquier actividad que represente un cierto reto o aventura.

Por ello debo excusarme con mis amigos del abandono que antes, durante y después (en gran parte por la confección de la crónica), de estas experiencias les someto. Claro que me gusta rutear en grupo, pero a cada actividad le doy su oportunidad. Se que piensan que soy un poco “rarito”, pero también les agradezco mucho que me respeten mis manías y me acepten el grupo cuando salgo de estas larga épocas de ostracismo.